Para nadie es un secreto que la historia de los diálogos que hasta ahora se han llevado a cabo entre el Gobierno y la oposición extremista del país han estado signados siempre por el mismo recurrente factor detonante, introducido por este último sector que ha escogido como su invariable carta de triunfo la estrategia de asistir a dichas reuniones aparentándose demócrata, pero para patear a última hora la mesa de conversaciones con el mayor estruendo posible.
Tiene que ser así porque es perfectamente lógico que una dirigencia tan mediocre en política como la opositora procure mostrarse ante sus seguidores como un liderazgo astuto y ocurrente, capaz de cualquier barrabasada contra el chavismo que esa militancia opositora tanto odia, así sea mediante el uso de recursos tan bastardos como ese de victimizarse en forma tan pueril y chapucera.
En todos y cada uno de los encuentros, esa oposición no ha reparado jamás en el ridículo al que se expone mundialmente dejándose ver las costuras por todas partes, desde que abre la boca para denunciar frente a los mediadores presentes (sean quienes sean) infinidad de supuestos e infundados delitos que antojadizamente le atribuye al Gobierno, pero sobre los cuales jamás presenta pruebas o documentación que los avale sino que son apoyados en su sola verraquera antichavista de palabra y nada más.
Patear entonces la mesa y salir vociferando infamias contra sus interlocutores es la única salida viable que encuentra después de quedar en evidencia en sus inconsistencias. Pero… ¿Le será posible hacer lo mismo esta vez en México?
Si algo tiene esa obtusa y terca oposición es su incapacidad para evolucionar y resolver o corregir los errores en los que incurre, que invariablemente la conducen a la derrota y a un fracaso cada vez mas estrepitoso, por lo que no sería extraño que esta vez reincidiera sin el menor pudor en la misma torpeza de intentar colapsar el proceso de conversaciones desde adentro.
Solo que esta vez es distinto, porque la inmensa mayoría de quienes antes les seguían ciegamente, hoy les recrimina el dolor que le han causado a su propia militancia pidiendo cada vez más sanciones contra el país y robando cada vez más a sus anchas el dinero de los venezolanos.
Ahora sí serán escrutados por los suyos.