No solo en los ámbitos financieros internacionales que han reconocido con cifras incontrovertibles la realidad del resurgimiento económico venezolano, como el Credit Suisse, la Cepal, o el Banco Interamericano de Desarrollo, sino muy particularmente en la inmensa cantidad de evidencias de esa recuperación que nos muestran las decenas de analistas, comunicadores y hasta simples blogueros que nos visitan cada vez con mayor asiduidad, la convicción de que el país ha superado consistentemente la peor coyuntura económica, social y política por la que haya atravesado jamás es una constante absoluta que avanza en crecimiento sostenido.
Sin embargo, el epíteto de la “crisis venezolana” continúa apareciendo en la prensa nacional e internacional como la inexorable condición en la que se encontraría sumido el país hasta tanto no se llegue a una eliminación definitiva de las diferencias entre el Gobierno y la oposición, cuya solución coloca el imperio norteamericano como condición sine qua non para levantar las arbitrarias e ilegales sanciones que tiene impuestas sobre nuestra economía.
A estas alturas, está claro que la imagen de Estado fallido que se le ha endilgado al país en la mediática de la derecha responde a una política de agresión contrarrevolucionaria que pretende presentar al Gobierno bolivariano ya no como una opción política electa soberanamente por el pueblo, sino como un accidente catastrófico contra la democracia, que debe ser resuelto extirpando de raíz lo que esa misma mediática denomina como “el mal”.
De tal manera que lo que se comunica a la larga, es que no habrá jamás posibilidad alguna de superación de la crisis venezolana hasta tanto la derecha no sea restituida en el poder, así el país llegase a alcanzar la mayor suma de felicidad para su pueblo mediante la reactivación plena de su economía y la superación total de la exclusión y la desigualdad social que genera el inhumano modelo capitalista.
De modo que lo más probable es que sigamos escuchando por mucho tiempo la consabida expresión peyorativa como descripción de la realidad venezolana, porque, independientemente de lo que pretenda la derecha, el pueblo tiene hoy la más perfecta convicción de que en Venezuela crisis verdadera es la que hay dentro de la oposición.