22 de noviembre de 2024 4:33 AM

Alberto Aranguibel: Añorar tu terruño

Resulta chocante, e incluso insultante, que ahora todo el que va a hablar de Venezuela tiene que empezar, porque sí, hablando de la pobreza que hay en el país, de las deficiencias en los servicios y hasta de la falta de dólares (como si esa fuera la moneda de curso legal) porque, si no, puede ser objeto de los peores señalamientos por parte de los propios venezolanos, ya sean de la oposición o hasta del chavismo mismo.

Una moda que no se ha visto en ninguna parte del mundo, donde no es de ninguna manera un requisito indispensable la obligatoriedad de resaltar antes que nada, apenas llegues a cualquier país, los padecimientos que con toda seguridad hay (lamentablemente) hasta en el último rincón del planeta.

Pero en Venezuela la absurda norma de explicar la pobreza antes que ninguna otra cosa se ha convertido en el habla correcta para la gente. Mucha de la cual, además, suele no escatimar esfuerzos en ingeniarse cuanto mecanismo de prevaricación aparezca, empezando por el “raspacupismo” con el que hace años empezó esta tragedia, hasta el bachaqueo de alimentos que todavía hoy padecemos, que, entre otros, dieron origen a los males que nos aquejan.

Sin ir muy lejos, a cada rato tiene uno que lidiar con sempiternos acusadores (tanto de la oposición como del chavismo, repito) que se niegan a aceptar hasta el más mínimo comentario en positivo que uno pretenda hacer sobre los avances del país en la superación de la profunda crisis que nos ha sido inoculada intencionalmente por la contrarrevolución con la expresa finalidad de causar precisamente ese malestar del cual muchos, con toda razón, se quejan.

Imposible imaginar a los judíos reclamándoles a gritos a los Reyes Magos porque no iban a ver a la gente de los barrios de Belén en vez de estar regocijándose con el nacimiento de Jesús y dándole joyas y oro a granel mientras los demás pasaban hambre.
Así de absurdo es el reclamo de quienes exigen que para hablar de Venezuela hay que hacerlo resaltando la faceta más deprimida y deprimente del país, porque, de no ser así, no eres un buen venezolano.

Lo más triste es que todo el que viaja al exterior lo primero que encuentra es que donde va hay más pobreza que aquí y desde ese instante lo único que añora es regresar a su terruño.

@SoyAranguibel

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