25 de noviembre de 2024 7:09 PM

Adolfo P. Salgueiro: Para los que quieren las primarias

Parece que se avecinan momentos importantes tanto en el escenario político  interno como  en el internacional en relación con Venezuela. Digámoslo de una vez: el panorama no luce muy esperanzador.

@apsalgueiro1 / El Nacional

La “oposición” por fin ha presentado un reglamento para las elecciones primarias el cual, según observamos, no ha sido leído por casi nadie y menos aún analizado por quienes no forman parte del escenario político. No es extraño que así sea por cuanto es más que evidente el desencanto y desagrado de la opinión pública general con los actores de ese grupo.

En primer lugar, el documento en cuestión tiene una extensión tan larga que garantiza que -salvo los muy interesados- nadie lo leerá.

En segundo lugar se manejan fechas y procedimientos como si hubiera todo el tiempo del mundo para transitar las etapas que el mismo propone. No parece que los autores  del susodicho reglamento hayan tenido en cuenta que el señor que despacha desde Miraflores ya ha asomado la posibilidad de anunciar una elección general sorpresiva para la cual  la “oposición” está muy lejos de estar preparada.

En tercer lugar -y numéricamente el de mayor incidencia- apenas se menciona la existencia de los venezolanos en el exterior y se exhorta en términos muy generales a favorecer su incorporación al proceso sin abundar en más ningún detalle. Parece que los autores han “olvidado” que ese grupo ronda entre 6,5 y 7 millones de ciudadanos según estudios de diversos organismos especializados.

Si tomamos como cierta la cifra señalada queda muy claro que ese colectivo supera con creces al mayor distrito electoral venezolano (Zulia) y pudiera aportar al menos dos millones –o más- votos  que seguramente serían para la opción democrática y por tanto -sumados a los votos internos-  pudieran definir el triunfo para la “oposición”.

Entendemos las dificultades que han de afrontarse para incorporar a ese nutrido contingente de ciudadanos de cuya existencia el oficialismo y su brazo ejecutor, el CNE, poco quiere saber. En el exterior no hay suficientes consulados ni comodidades como para atender en un solo día tantos electores, tampoco se supone que el personal netamente chavista/madurista que allí labora vaya a facilitar y/o garantizar el ejercicio del derecho al voto y -por último- existen jurisdicciones como es el caso de Estados Unidos donde reside cerca de medio millón de compatriotas y no hay ni relaciones diplomáticas ni consulares lo cual garantiza la imposibilidad de registro y consecuente participación.

A lo anterior agréguesele el carnaval de candidatos -la mayoría intrascendentes- que asoman su nombre para el concurso garantizando un espectáculo poco propicio para hacer la elección primaria. Eso, seguramente,  resultará en el triunfo de quien más recursos pueda invertir y -como mejor escenario- obtenga 10% o 15% de los votos y se proclame ganador sin que se haya contemplado una segunda vuelta que promueva una mayor legitimidad.

Este opinador, seguramente al contrario de la preferencia general, se inclina por algún sistema que reduzca los precandidatos a no más de tres entre los cuales se realizaría la primaria o -de no resultar posible- una designación por consenso el cual -definitivamente- no puede ser prerrogativa exclusiva de los partidos políticos sino ampliado a los demás estamentos que componen la sociedad civil venezolana.

El objetivo no es elegir al candidato que tenga más maquinaria o más recursos sino al que tenga mayor posibilidad de ganar al chavismo-madurismo, sea el Chapulín Colorado, Cantinflas,  Mr. Bean o cualquier otro. ¿No es de eso de lo que se trata?

Pasando ahora al panorama internacional percibimos como bastante claro el hecho de que en Estados Unidos por la presión política previa a las elecciones de medio término que tendrán lugar en pocas semanas, la  creciente percepción de amplios sectores que se han desencantado con la mediocre gestión de quienes rodean y controlan  Guaidó, sumado a la cuestión petrolera (Chevron) pudieran en algún momento no lejano dejar al interinato colgado de la brocha. Hay señales de que eso no sería imposible según se desprende de las misiones cursadas entre el “oficialismo” y el gobierno de Biden en las que se dice que habría suavización de las sanciones a cambio de la reanudación del diálogo en México donde el procerato revolucionario pone como condición incorporar a Saab o a su esposa dejando claro el poco interés en el tema.

Tampoco ha de descartarse un giro del Poder Ejecutivo de Washington si el resultado de las elecciones de noviembre determinara para la Casa Blanca la pérdida de una o ambas cámaras legislativas. Para quienes  en su momento creyeron en aquello de que “todas las opciones están sobre la mesa” es conveniente que tomen  en cuenta que  hoy  Biden es presidente de Estados Unidos, elegido por el voto de más de 75 millones de electores (sobre un total de 140 millones) y que en definitiva se debe a ellos por encima de   consideraciones muy valederas pero distantes del escenario de la ”realpolitik”.

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