25 de noviembre de 2024 7:23 PM

Carlos Raúl Hernández: Cambio de piel

“Ser de izquierdas es como ser de derechas. Es una de las infinitas formas que tiene el hombre de ser imbécil”. Ortega y Gasset

El antes y el después de la segunda guerra mundial pusieron en ascuas las democracias. Aparecen terribles amenazas para la humanidad: el totalitarismo moderno, Jano cuyas dos caras son el nacionalsocialismo y el comunismo, uno hasta la muerte de Hitler y el otro con el auge de Stalin y Mao. Por fortuna la socialdemocracia, la democracia cristiana, los liberales y otras fuerzas, tuvieron coraje y habilidad para frenar las reediciones europeas y aunque en los ochenta parecía que el mundo marchaba al comunismo, caen los ladrillos el Muro de Berlín. Colapsan las diversas formas de estatismo en los 80/90, izquierda y derecha descubren la economía abierta, y mantienen la hegemonía reformista que atempera el debate izquierda-derecha en la alta política. Thatcher y Blair, Reagan y Clinton, Felipe González y Aznar, Aylwin y Lagos, Mitterrand, José Mujica, Fernando Cardoso y Lula, Carlos Andrés Pérez, y Sánchez de Losada, confluyeron en impulsar la globalización, la formación de capital privado y la producción de riqueza.

Hacen su rantrée neofascistas-neonazis, marginales, pandilleros, cuya huella solo quedó en turbulencias callejeras y películas sobre los skinheads, aporreadores de negros, chinos y latinoamericanos, como la impresionante Historia americana X, en la que Tony Kaye dirige al matón Edward Norton. En la segunda década de este milenio aparecen filofascistas electorales que desplazan a la socialdemocracia y hoy cambian de piel, en una “transición” (me agarro la oreja izquierda ante esta palabra) cuya estampa más resaltante es Giorgia Meloni, ahora desmarcada del autoritarismo. De su capacidad y habilidad para deslastrarse del cementerio ideológico dependerá un cambio que estacione claramente la derecha en la democracia representativa y se acaben las fundadas desconfianzas, tan validas como las que se tuvieron con Podemos. Meloni es el primer triunfo electoral, rápidamente se amolda al marco político y los Demócratas de Suecia se convierten en gobierno sin estridencias.

Vox de Santiago Abascal fue el primero en derribar el muro entre la nueva derecha y la tradicional al pactar en varios gobiernos regionales con el PP. El veloz avance en apenas dos décadas viene con el equivalente de su némesis, su enemiga gemela, la ultra izquierda, que toma el control de organizaciones socialistas moderadas que abandonaron sus programas de los 80/90-pienso en EE. UU, Chile, España- para desarrollar la política de desgarramientos identitarios, como el Partido Demócrata de los EE. UU, varios europeos. Eso ocurre bajo el manto de la Agenda 20-30 que cercena el proceso gradual de reivindicación de las minorías y crea un antagonismo ético político virulento contra las mayorías, que es precisamente lo que da el triunfo a Meloni a nombre de estas últimas y parece anunciar una era “de derecha”. Hasta la reciente aparición de Vox, España era uno de los pocos países europeos donde los conservadores duros no tenían representación parlamentaria. Pero el gobierno actual del PSOE y los aventureros de Pablo Iglesias, convirtieron la política en pelea de perros, como los republicanos españoles en los 30s.

El auge y la caída de Trump son hitos. La derecha europea son unos 30 partidos en crecimiento, feroces contra inmigración: Vox de Abascal en España y en Italia La liga de Mateo Salvini; SIDE de Victor Orban en Hungría (quien construyó un muro de 175 km en la frontera serbia y otro en la croata), Jussi Halla-Aho del Partido de los Finlandeses Independientes; Alexander Gauland y Alice Weidel de Alternativa por Alemania. Los Nacionalistas Demócratas suecos de Jimmie Akesson, arribaron al parlamento en 2010 y en diez años tomaron el poder en alianza con la derecha moderada y despacharon a los socialistas a mediados de 2022 y Marine Le Pen llegó a 42% de la votación en 2021. Hoy la guerra Rusia-Ucrania hace confluir grupos de izquierda, derecha y centro con o contra Putin, que obliga a la UE mantener los ojos entrecerrados. Los ultraconservadores polacos, son antirusos pronorteamericanos, por los que la Unión Europea mira para otro lado con las violaciones de derechos humanos y el incumplimiento de las normas democráticas, y azota con plumas de ganso a Orbán, aunque pro ruso, miembro de la UE.

Steve Bannon, asesor de Trump, viajó constantemente a reunirse con dirigentes europeos con los que comparte el nacionalismo económico, el proteccionismo, la antiglobalización y el rechazo al euro y a la U.E por “despilfarrar malamente” recursos en salvar a los países del sur de Europa en la crisis de 2008 y enajena la soberanía de los países. En eso coinciden con el inefable Iglesias, quien además planteaba durante su vicepresidencia muy izquierdistas expropiaciones y derrocamiento de “la casta”. Pero en 2015 la extrema izquierda de Siriza ganó en Grecia y se alió con los ultraconservadores Griegos Independientes, porque ambos querían una economía cerrada, proteccionista y nacionalista, exactamente todo lo que fracasó y llevó Grecia –y al mundo- a la pobreza. Al contrario, Merkel en 2018 rechazó pactar con la derecha de la AFD mientras el Frente Nacional de Le Pen en 2021 consiguió gran parte de sus votos en los cantones tradicionalmente socialistas. Trump buscó apoyo en los partidarios de Bernie Sanders y su política económica fue enfrentar la globalización, procurar el regreso de los capitales norteamericanos en una terrible carrera contra China que hoy continúa Biden.

Tienden al populismo (“el pueblo víctima de la élite”) e imitan el comportamiento la de gente común. Coinciden en la defensa de la familia, contra el aborto y las parejas homosexuales. Abascal adversa la ley de violencia de género que enciende hoy su país. Alternativa por Alemania llegó al parlamento en 2017 con un plan contra el euro y la Eurozona, y cuestiona la apertura a la inmigración de Angela Merkel, pero la catástrofe del Brexit obra maestra de Boris Johnson, matiza la tendencia a salirse de la UE. Un dirigente de Alternativa por Alemania AFV aclaró la nueva línea entrista, poner diques a la UE desde dentro. Si los gobiernos no tocan los tratados internacionales, los derechos humanos y la justicia, pueden vulnerar debilitar el identitarismo en sus países, la Comisión Europea no puede hacer nada, y si se juntan tres en el Europarlamento y 33%, de los votos, se constituye una “minoría de bloqueo” de las decisiones de Bruselas. Marine Le Pen cuyas referencias son Putin y Trump anunció en 2021 que de ganar saldría de la OTAN para contribuir a enderezar el desorden mundial, obtuvo 42% de los votos y junto al partido de la Libertad en Austria y Holanda, marca distancia de sus extremismos del pasado, una metamorfosis usual en los radicales que aguzan el entendimiento y dejan de ser carnívoros. 

@CarlosRaulHer

El Universal

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