22 de noviembre de 2024 7:58 PM

Mitzy Capriles de Ledezma: Malas intenciones

Nadie pone en duda la importancia de que Colombia logre conquistar una paz definitiva y la repercusión que ese proceso tendrá directamente en nuestro país. Hasta ahora toda la violencia que tenía su epicentro en el territorio de la hermana República sigue estremeciendo nuestra realidad nacional, llegando a escalar niveles insospechados cuando está más que comprobado, que los efectivos del ELN están siendo protegidos dentro de Venezuela por las mismísimas autoridades gubernamentales, que son tan ilegítimas como irregulares los comandos guerrilleros.

Por lo antes dicho, si previo a ese diálogo no se establecen claras reglas que ambas partes asuman incondicionalmente, tendremos como resultado las imposturas a las que están acostumbrados escenificar, tanto los efectivos de la guerrilla, que inescrupulosamente enarbolan banderas en nombre de la justicia, mientras perpetran todo tipo de actos vandálicos, azotando a miles de ciudadanos en ambos países involucrados en esa refriega, como de igual manera lo hacen Maduro y sus colaboradores, cuando asumen el papel de pacificadores en un país sometido por sus bandas y supeditado a poderes públicos que nada tienen de autonomía.

Simular un diálogo, para terminar dándole vueltas a un tema tan manido como el que nos ocupa, sin que haya la voluntad de procurar soluciones efectivas, levantarán sinsabores e indignación en las poblaciones colombo-venezolanas que bastante han sufrido las consecuencias de la impunidad con que se desplazan y actúan esas bandas armadas en ambos territorios. Bien se sabe cómo secuestran, cómo trafican drogas y cómo asesinan a mansalva a gente inocente. Para esos criminales deben hacerse efectivos los castigos ejemplarizantes, sin descartar los acuerdos en los que cada una de las partes ceda en aras de articular un pliego de acuerdos concretos que sirvan para superar esta era manchada de tanta sangre injustamente derramada.

Nadie estará ajeno a la verdad que ya resulta imposible ocultar o mediatizar entre las bambalinas de un estridente diálogo, que terminará en frustraciones, si es que no prospera la idea de hacer un esfuerzo sentido para que los guerrilleros salgan del territorio venezolano, convertido en su guarida. Para Colombia estará en juego la credibilidad de un gobierno que recién se estrena en el ejercicio de responsabilidades públicas, si ese diálogo tan cacareado no pasa de ser otra argucia montada entre socios. En medio de esa incertidumbre, tenemos una luz representativa de credibilidad en la figura del Dr. José Félix Lafaurie Rivera, un dirigente gremial que sabrá defender los derechos de productores agropecuarios de Colombia.

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