ROBERTO HERNÁNDEZ MONTOYA
La muerte es un misterio que nos pertenecerá a todos.
Claude Aveline
La muerte es la única verdad; todo lo demás lo podemos discutir.
Juan Nuño
La muerte es lo mejor de la vida porque la renueva.
Steve Jobs
Estremece saber que hay personas que han traspuesto ese umbral. ¿Qué están experimentando de ese lado? Tal vez nada. Pero ¿entonces conocen la nada? Estremece igual porque significa que la nada es algo. En estas primeras horas de su muerte sabemos que Maryclen Stelling está en ese misterio, sea lo que sea. Ya lo sabremos cuando nos toque.
La muerte nos informa cosas. La de Hilda Montoya, mi madre, me dijo algo que nunca noté mientras vivió: Que fue una mujer emancipada que nunca se doblegó al machismo. No lo noté antes de tan usual que era, como los árboles envuelven el bosque. Cuando ya no estuvo, caí en cuenta de su autonomía y de su batalla por defenderla. Eso me enseñó a percibir independencia en las otras mujeres.
De algún modo, también desconocido, los animales la perciben. Mi perrito Pulgarcito sabía que estaba muriendo y vino a hacerlo a mis pies, envenenado por la Perrera Municipal de Valencia, cuando yo tenía cinco años y sabía de la muerte tanto como ahora, o sea, nada. Hay gente no sé si petulante o angustiada que afirma que hay un “más allá” celestial que describen en detalle. Tampoco sé. No me basta decir que me faltan pruebas.
En la Roma antigua se hacían desfiles triunfales a los héroes. Para que no se endiosaran, los seguían unos ocurrentes bufones gritándoles: “Memento mori”, ‘recuerda que vas a morir’. Lo he percibido en tres enfermedades. O sea, se siente, se sabe, como lo entendió y me lo informó Pulgarcito. Hay quienes ven un túnel y seres queridos al final y una voz que les conmina a regresar. Y regresan. El resto sigue por ahí.
Solo la poesía entiende algo. Antonio Machado la llama sueño verdadero. Sea lo que sea me pregunto, por ejemplo, qué captan las mentes privilegiadas cuando llegan al misterio. Porque me consta que hay entendimientos lúcidos.
El primer amigo que tuve murió dos días antes de que yo soñara con él. Busqué su nombre por internet y lo hallé muerto y siquiatra luego de 50 años de ausencia. Su padre alcohólico y su madre demente lo llevaron a la siquiatría.
En fin, habrá que esperar.
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