Los equipos del presidente Jair Bolsonaro y del mandatario electo Luiz Inácio Lula da Silva iniciaron este jueves la transición de Gobierno tras la victoria en las urnas del líder progresista y tres jornadas de protestas callejeras promovidas por la ultraderecha.
El Espectador de Caracas / EFE
«La transición ya empezó», afirmó el vicepresidente electo, Geraldo Alckmin, encargado de coordinar el proceso de transición con el Gobierno de Bolsonaro, quien admitió implícitamente su derrota el pasado martes, tras dos días de silencio, y aseguró que cumplirá la Constitución.
Alckmin se desplazó a Brasilia, donde mantuvo hoy una primera reunión en el Palacio presidencial de Planalto con el ministro de la Presidencia, Ciro Nogueira, quien es por su parte el responsable en el Gobierno por el proceso de transición.
El vicepresidente electo consideró la primera toma de contacto como «bastante provechosa» y «muy objetiva» y aclaró que el trabajo de transición tomará cuerpo a partir del próximo lunes.
«La transición será instalada con los objetivos de transparencia, planificación y de continuidad a los servicios prestado a la población», aseguró Alckmin en una rueda de prensa en Brasilia.
Alckmin estuvo acompañado por la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, y por el coordinador del programa de Gobierno de Lula, el exministro Aloizio Mercadante, quien visitarán mañana la instalación designada como centro de operaciones en el proceso de traspaso de informaciones.
La legislación otorga al presidente electo el derecho de formar un equipo de transición, con 50 cargos a disposición, para tener acceso a los datos de la administración pública y preparar las primeras medidas de Gobierno.
La transición fue autorizada por el presidente Jair Bolsonaro tras admitir de forma velada la victoria de Lula, quien ya Gobernó Brasil entre 2003 y 2010.
En su primer pronunciamiento tras las elecciones, realizado 45 horas después del resultado, el líder de la ultraderecha brasileña no reconoció su derrota ni cantó victoria, ni tampoco tuvo el gesto democrático de felicitar al líder progresista, pero se comprometió con la Constitución.
Las negociaciones para la transición han comenzado después de tres jornadas de protestas de activistas de ultraderecha que apoyan a Bolsonaro, que incluyeron bloqueos de carreteras por parte de camioneros y hasta multitudinarias manifestaciones a las puertas de los cuarteles.
En ambos casos, los manifestantes reclamaron una «intervención militar» que, según afirmaron en sus protestas, debería impedir que «el comunismo» asuma el poder en Brasil, en una clara incitación a un golpe ignorada por las Fuerzas Armadas.
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