LUIS FELIPE PELLICER
Hay gente pa’ to, como dice un amigo. Hay ricos de ricos, capitalistas de pacotilla cuyas fortunas en nada tienen que ver con su capacidad emprendedora. Son apenas herederos de los reales y de las conchupancias que sus abuelos y padres han mantenido con los sigüí que han manejado los Estados y las riquezas de los pueblos, frecuentemente ellos pertenecen a la burocracia estatal en cargos vinculados al manejo de los grandes recursos.
Las fortunas de los oligarcas dependen del abolengo más que de sus competencias. Son contratistas de grandes obras o banqueros que no saben de finanzas ni de ingeniera, pero tienen los contactos. Una burguesía depredadora robustecida por su capacidad de corromper. Es la triste condición de las burguesías del sur.
Habrá algunos que se salvan de ese feo retrato y han hecho fortuna explotando a los trabajadores y teniendo buen manejo de la relación costo beneficio, caiga quien caiga. No les importa en absoluto desindustrializar a sus países si hay mayor beneficio en mudar a otro sus fábricas. Ya se sabe, el capital de verdad, no tiene patria, ni amigos sólo intereses.
Hay ricos riquísimos como el archiconocido Bill Gates que llega al colmo del frío interés de la verdadera burguesía revolucionaria, no le basta su multimillonaria fortuna y la expoliación de sangre y masa encefálica, sino que está tremendamente entusiasmado con la idea de poder extraerle plusvalía a la mierda de los pobres. Su fundación aliada de la Toilet Board Coalition tienen “el sueño de convertir en dinero el excremento de los pobres” Unos 2.600 millones de personas que cagarán en unas pocetas inteligentes cuyo mantenimiento diario costará 0,5$. Ese excremento podrá producir energía y fertilizantes cuyas ganancias no se revelan.
Otro multimillonario que usted no conoce porque sólo aparece en la lista de negros más influyentes o en la lista de negros ricos de Forbes, que posee 1,8 mil millones de dólares y es sudanés-británico: Mo Ibrahim, recientemente en una cumbre climática en Londres, denunció la hipocresía de Estados Unidos y la Unión Europea que hasta ahora se habían opuesto a la explotación de hidrocarburos en África porque podría incrementar la crisis climática. Ahora estaban ofreciendo miles de millones para explotar gas y petróleo en África, para cubrir la demanda bloqueada a Rusia, sin siquiera pensar en las necesidades energéticas de África, donde 600 millones de los pobres a quienes Bill les quiere sacar la mierda, jamás han tenido electricidad.
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