24 de noviembre de 2024 10:31 PM

Cientos de venezolanos colapsan el «Terminal del Norte» en Medellín para llegar a Necoclí

Varados. Así están cientos de venezolanos en el Terminal del Norte, ubicado en el barrio Caribe de Medellín, Colombia, a la espera de conseguir un boleto en autobús que los lleve directo a Necoclí, población que sirve de entrada a la peligrosa y famosa selva de El Darién: la ruta de moda al «Sueño Americano».

El Espectador de Caracas / Versión Final

Versión Final, a través de un zuliano que está de vacaciones en el departamento de Antioquia, constató cómo en el gran centro de transporte «Mariano Ospina Pérez» escaseó esta semana el pasaje con destino al poblado fronterizo.

En esa terminal es donde compran el pasaje hacia Necoclí, para poder llegar a la selva. Ahorita están muy escasos. Hay muchos venezolanos estancados en la terminal, no sé si es porque hay mucha demanda o los están limitando», relató Ender Bracho, activista indígena venezolano y que trabaja en el vecino país.

El líder social señaló que solo «algunos venezolanos logran comprar su boleto, otros se aventuran en irse pidiendo cola en gandolas o camiones. En un autobús el viaje hasta Necoclí dura ocho horas, pero en cola es hasta de una semana».

Bracho también recalcó que actualmente hay una caravana de migrantes venezolanos estancada, de aproximadamente 100 personas, entre niños y adultos, porque no cuentan con recursos para seguir a la selva.

Todas estas personas están desplegadas en las calles, plazas, mercados y frente de iglesias. Frente a la iglesia Santa Bárbara hay hasta un campamento improvisado», precisó.

El activista ayudó a una familia varada, conformada por nueve adultos y cinco niños, y a quienes les compró «panes, refrescos y medicamentos, porque una de las niñas tenía gripe y un cuadro febril».

Carlos Zavala y Ariannis Perozo son oriundos del estado Falcón y, junto con sus hijos menores, emprendieron el viaje a pie para atravesar la selva del Darién y conquistar el anhelado sueño americano.

«Nosotros venimos caminando, pero agarrados de la mano de Dios. Los pies nos duelen, pero no perdemos la esperanza», dijeron.

«Llevamos el sueño de pasar la selva, con la meta de ayudar a mis seis hermanos y mis papás, todos ellos trabajan con el Gobierno y no les alcanza el sueldo para nada. No sabemos si vamos a pasar o no, pero tenemos mucha fe», acotó Carlos.

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