Ocho de cada 10 pacientes que acuden a consulta ginecológica en el Táchira tienen problemas de fertilidad. Mary Rodríguez es una de ellas. A sus 35 años, uno de sus sueños más anhelados es ser madre.
Tiene varios años intentándolo y no lo ha logrado. Acudió al ginecólogo y aunque en un primer momento no hubo un diagnóstico certero sobre el porqué de su imposibilidad para fecundar, tras varios miles de pesos gastados, obtiene la respuesta. Tiene las trompas obstruidas y deberá someterse a una laparoscopia antes de poder reproducirse.
Con la esperanza latente, Mary decide viajar a Cúcuta por sugerencia de su médico tratante, y allá descubre que además de las trompas obstruidas, también tiene endometriosis y algunos quistes que pensó habían desaparecido. Allí se somete a la cirugía que necesita, la cual le costó 1.700 dólares, 500 dólares menos que en el Táchira.
Una vez intervenida, tiene que esperar para el próximo paso, la fecundación in vitro, un procedimiento altamente costoso en ambos países que le ha resultado casi imposible de costear. En Táchira la fertilización in vitro cuesta más de 6 mil dólares, en Cúcuta deberá pagar 5.200 dólares o 24 millones de pesos. Para poder pagar su tratamiento y alcanzar el sueño de ser madre, Mary y su pareja vendieron el carro, están rifando sus teléfonos y están vendiendo otras cosas de valor. «Una persona de escasos recursos perdería todas las esperanzas y es muy doloroso desarraigar ese anhelo de ser madre. Yo lo voy a intentar y espero tener pronto a mi bebé creciendo dentro de mí», confesó.
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