23 de noviembre de 2024 6:46 PM

El dilema del prisionero

TULIO MONSALVE

El dilema del prisionero es un problema de la teoría de juegos que demuestra que dos personas, pueden no cooperar, pese a que, si lo hicieran, el resultado obtenido sería mejor para las dos partes.

Tesis formulada por los matemáticos Merrill M. Flood y Melvin Dresher (1950).

Hay dos sospechosos de un crimen. No se han encontrado pruebas para condenarlos. Un oficial de policía los visita a cada uno y les ofrece un trato. Si uno confiesa y su cómplice no, el cómplice será condenado a cinco años de prisión mientras que el delator será liberado. Por el contrario, si calla y el cómplice confiesa, el primero recibirá esa pena y el cómplice será quien salga libre. Pero si los dos confiesan -solución de equilibrio de Nash- los dos prisioneros van a pasar 4 años cada uno en la cárcel, mientras que si hubieran cooperado hubieran sido condenados sólo a 1 año cada uno.

Comparemos esta dilema con el caso de la disyuntiva de la oposición en Venezuela. Hoy, cada uno de sus 35 partidos tienen su candidato. ¿Por qué no tienen interés alguno en cooperar para buscar un candidato que beneficie políticamente al bloque opositor?. Se debe a que nos movemos por el interés personal. Que encierra una contradicción entre lo individual y lo colectivo. El egoísmo lleva a no fiarse uno del otro, y acaban, asumiendo pérdidas mayores que si hubiesen colaborado. No llegan a comprender la opción de ampliar su ganancia si cooperan entre sí.

Son 35 partidos que deben escoger un candidato. Pero cada partido, facción, clan o familia-mafia, desea imponer su posición. Resultado: uno solo será el ganador, los otros, perdedores.

Siguiendo el dilema del prisionero la solución se debe dar por un método concreto y razonado. Pero la política no es ciencia racional. Y la civilidad poíítica venezolana es lo menos sensata que pueda haber.

¿Qué lógica anima las estrategias de las comparsas opositoras?. Su primer plan lo diseñó: Un acusado de estafa. Hoy los lidera, un somnoliento de Washington. O los sicarios desde Bogotá. O, los esquizoides narcóticos, que no saben si atender la merca de la droga o a la venta de Monómeros como chatarra.

igual, familias e ideólogos mantenidos en el vientre del decadente imperio, español, Reinado que solo sirve para alimentar los cómicos de la TV. Con un Rey sin perspicacia. Y, sólo oye consejos del padre, cuya salud lo delata, como un anciano pervertido y corrupto. Todos en dilema del prisionero de la estupidez.

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