El magnesio es el eterno guerrero invisible. Este elemento mineral ocupa un lugar fundamental en el mantenimiento de la vida. Una buena salud en la niñez, la juventud o adultez, depende en gran medida de sus niveles en nuestro cuerpo.
Luis Montel Ramírez / El Nacional
Hoy día se ha hecho común escuchar sobre patologías como la artrosis, hipertensión arterial, insomnio, taquicardia, ansiedad, ataques cardiacos y muchas más. Todas tienen que ver, de forma directa o indirecta, con el magnesio.
¿Por qué es tan importante?
Más que un mineral, es un regulador que mantiene a otros como el sodio, el potasio, el cloro y el calcio en el correcto balance, dentro y fuera de la célula. Sin el magnesio, el corazón no podría trabajar. Es indispensable en el ciclo de contracción y relación cardiaca, le proporciona elasticidad a vasos y arterias, y hace flexibles los músculos. Es fundamental en el proceso de producción de energía en la mitocondria, además de intervenir en el ciclo metabólico de los carbohidratos, proteínas y en la quema de las grasas.
El cerebro es dependiente del magnesio, ya que, sin él, las neuronas no pueden comunicarse. La médula ósea necesita cantidades generosas de magnesio para dividir células sanguíneas, mantener la inmunidad y regular el equilibrio ácido básico del cuerpo. Algunas escuelas de Medicina aseguran que la mayor parte de los ataques al corazón tienen involucrados niveles de bajos de magnesio.
¿Cómo saber si mi magnesio está bajo?
Es difícil encontrar el magnesio bajo en sangre, ya que ahí el organismo siempre trata de regularlo. De bajar mucho, se podría detener el corazón. Por ello, habría que hacer un estudio del cabello o de electrolitos en sudor y saliva.
Otra forma es la clínica: insomnio, cansancio, fatiga fácil, taquicardia con palpitaciones, extrasístoles, poca fuerza muscular, muchas agujetas después del ejercicio por días y días, fibromialgia, artrosis y síntomas reumáticos, caída del pelo, anemia que no resuelve con hierro y vitamina C, moretones, cefaleas o migrañas, hipertensión arterial, resistencia a la insulina, envejecimiento precoz y poca flexibilidad del aparato locomotor…
¿Cómo evitarlo?
Comer vegetales de hojas verdes, frutos secos (como almendras y nueces), tubérculos, papas, yuca, frutas como el plátano, pescado y algas. Todo eso está bien, pero, en tiempos modernos de tanto estrés, deberíamos suplementarnos de por vida con magnesio, siempre bajo supervisión médica.
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