22 de noviembre de 2024 5:30 AM

Comer mucha carne puede aumentar el riesgo cardiovascular

El excesivo consumo de carne se ha asociado con más probabilidades de tener problemas de salud, como cardiopatías o diabetes, e incluso con más riesgo de cáncer, pero es importante determinar el efecto que tienen la carne roja o las carnes procesadas en la salud de los adultos mayores, ya que este grupo de la población no solo es el más vulnerable a padecer enfermedades del corazón, sino también el que más se puede beneficiar de la ingesta de proteínas para compensar la pérdida de masa y de fuerza muscular que se asocia al envejecimiento.

Por: El Espectador de Caracas con información de WebConsultas

Hace años que los científicos estudian la relación entre las enfermedades cardiovasculares y el consumo de grasas saturadas, colesterol dietético, sodio, nitritos, etcétera, y las últimas evidencias sugieren que entre los responsables de los daños causados por estas sustancias podrían estar los metabolitos especializados que generan nuestras bacterias intestinales cuando comemos carne.

Ahora, una nueva investigación en la que se han analizado datos de 3.931 personas mayores de 65 años residentes en Estados Unidos ha cuantificado el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular aterosclerótica relacionado con el consumo de carne y ha identificado las vías biológicas subyacentes que pueden ayudar a explicar este riesgo.

El estudio ha sido dirigido por investigadores de la Escuela Friedman de Ciencias y Políticas de Nutrición de la Universidad de Tufts y el Instituto de Investigación Lerner de la Clínica Cleveland y ha encontrado que un mayor consumo de carne se relaciona con más riesgo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica; en concreto, un riesgo 22% mayor por cada 1,1 raciones al día, y que aproximadamente el 10% de dicho riesgo aumentado se explica por un incremento de los niveles de tres metabolitos que producen las bacterias del intestino a partir de nutrientes que abundan en la carne.

Los investigadores encontraron mayores riesgos e interrelaciones con los metabolitos bacterianos intestinales para la carne roja, pero no para la carne de aves de corral, los huevos o el pescado. El trabajo se ha publicado en la revista Arteriosclerosis, Thrombosis, and Vascular Biology y es el primero que estudia las interrelaciones entre los alimentos de origen animal y el riesgo de eventos cardiovasculares ateroscleróticos, y la mediación de este riesgo por los compuestos producidos por la microbiota intestinal, y por los factores de riesgo tradicionales para esta enfermedad, como el colesterol y el azúcar en la sangre y la hipertensión arterial.

Comer carne de ave, huevos o pescado no aumentó el riesgo cardiovascular

La investigación se basó en los datos registrados durante años en el Estudio de Salud Cardiovascular (CHS) de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), un estudio observacional a largo plazo de los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular en estadounidenses de 65 años o más. A los 3.931 participantes en el estudio se los siguió durante una mediana de 12,5 años, y su edad promedio al inicio del estudio fue de 73 años. El estudio se ajustó a factores de riesgo conocidos como edad, sexo, raza/etnia, nivel educativo, tabaquismo, actividad física, hábitos alimenticios, y muchos factores de riesgo adicionales.

“Estos hallazgos ayudan a responder preguntas de larga data sobre los mecanismos que vinculan las carnes con el riesgo de enfermedades cardiovasculares”, ha afirmado Meng Wang, coautora del estudio y becaria postdoctoral en la Escuela Friedman. “Las interacciones entre la carne roja, nuestro microbioma intestinal y los metabolitos bioactivos que generan parecen ser una vía importante para el riesgo, lo que crea un nuevo objetivo para posibles intervenciones para reducir la enfermedad cardíaca”.

“Curiosamente, identificamos tres vías principales que ayudan a explicar los vínculos entre la carne roja y procesada y la enfermedad cardiovascular: metabolitos relacionados con el microbioma como TMAO, niveles de glucosa en sangre e inflamación general, y cada uno de estos parecía más importante que las vías relacionadas con el colesterol en sangre o la presión arterial”, ha explicado el coautor principal, Dariush Mozaffarian, decano de política de la Escuela Friedman, que añade: “Esto sugiere que, al elegir alimentos de origen animal, es menos importante centrarse en las diferencias en las grasas totales, las grasas saturadas o el colesterol, y más importante comprender mejor los efectos en la salud de otros componentes de estos alimentos, como la L-carnitina y hierro hemo”.

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