22 de noviembre de 2024 2:54 AM

Aurora Lacueva: Aprendiendo de/en democracia

Debe ser muy agradable y estimulante, aunque también exigente, estudiar en una escuela democrática. La mía no lo fue. La mayoría de mis docentes eran amables y accesibles, pero ni en primaria ni en educación media existía en mis escuelas una institucionalidad democrática o, al menos, canales de alguna participación. ¡En primaria hasta hice planas!

Recurso al que acudían maestras desesperadas cuando demasiados muchachitos se ponían revoltosos. Funcionaba, pero… ¿qué enseñanzas nos dejaba? Así no aprendíamos a ser ciudadanas y ciudadanos. En cambio, una distinguida colega de la Escuela de Educación, UCV, me comentó una vez que había estudiado en un plantel público en época cuando existía la “república escolar” de manera significativa, y que ella y sus compañeritos sentían que tenían poder decisorio en la marcha de la institución. ¡Qué diferencia!

Entre los primeros pasos hacia la democratización de la vida escolar puede estar pasar de la disciplina autoritaria a la llamada disciplina inductiva. Esta última explica el porqué de las órdenes y trata de convencer. Otro paso importante es tener disponibles diversas vías de comunicación, a través de las cuales todas y todos puedan plantear responsablemente inquietudes, quejas y propuestas.

En las aulas pasa el estudiantado muchas horas a lo largo de años cruciales: es justo que tenga algo que decir acerca de la conformación de ese ambiente. Así, ¿cómo disponer el mobiliario para una mejor labor? ¿Se pueden organizar áreas o rincones? ¿Se pueden incorporar otros muebles gracias al apoyo comunitario? ¿Es posible ambientar el aula de modo funcional con mapas, láminas o maquetas? ¿Cómo exponer trabajos realizados de modo atractivo?

También las y los aprendices pueden y deben intervenir en la planificación de las actividades. Por ejemplo, escogiendo entre varias opciones que el docente plantee o que se consigan consultando algunas fuentes: ¿qué experimentos podemos realizar sobre el tema de la luz? O, más allá, proponiendo asuntos o actividades: ¿cuál podría ser el tema de nuestro próximo proyecto de investigación? De este modo el alumnado, conociendo las finalidades y propuestas que plantea la escuela, añade sus propias ideas e iniciativas. Su aprendizaje se hace más propio, consciente y reflexivo, lo que lo hace mucho más fructífero.

(@AuroraLacueva)

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