22 de noviembre de 2024 2:04 PM

Carolina Jaimes Branger: La Generación Z, ¿el mundo en manos de ellos?

Una amiga mía, excelente escritora, por cierto, fue invitada a dar una charla a unos estudiantes de 5° año de bachillerato de un colegio privado. Iba ilusionada por el entusiasmo de la profesora de Castellano y Literatura. Ser profesor en Venezuela hoy en día es un acto de valentía, mística y dedicación. No necesito explayarme en detalles de cuánto ganan los profesores: decir que es una miseria se quedaría corto.

@cjaimesb / El Nacional

Me cuenta que había cerca de unos treinta estudiantes. Empezó su charla contando cómo había comenzado a escribir. En un momento dado se dio cuenta de que la mayoría de los jóvenes no le estaban prestando atención. Todos, excepto unos tres, estaban pendientes de sus celulares. Interrumpió la charla, les dijo que ella había venido con mucho gusto a compartir su historia, pero que quienes no estuvieran interesados, podían irse, y ella hablaría con quienes quisieran escucharla. La profesora, apenada, les pidió que guardaran sus celulares. Todos lo hicieron, pero minutos más tarde, ya varios estaban de nuevo activos con sus teléfonos, eso sí, disimulando, pues los tenían entre el pupitre y las piernas. Ella me dice que lo que le provocaba era irse, pero que decidió quedarse porque sintió que era injusto con la profesora y con los tres o cuatro estudiantes que sí parecían interesados.

Cuando vino la parte de preguntas y respuestas, hubo, como era de esperarse, solo tres o cuatro preguntas inteligentes y pertinentes. Las demás fueron preguntas tontas, carentes de sentido y algunas hasta burlonas, por las risitas y miradas de complicidad que intercambiaron los muchachos entre ellos. A una muchacha que preguntó todo lo contrario de algo que ella había detallado profusamente, le dijo: “Yo no dije nada de eso, de hecho, dije todo lo contrario. Me hubiera gustado que hubieras prestado atención”.

Un par de días después la escritora recibió una llamada de la directora del plantel para decirle que la mamá de la joven había ido al colegio a quejarse de que ella “había insultado a su hija y la había hecho quedar en ridículo delante de sus compañeros” y que la iba a demandar. “Que me demande”, respondió ella. Fin de la conversación. Hasta el momento que escribo este artículo no ha sido demandada. También agregó que ella le había aconsejado a su hija que la próxima vez que le pase algo similar, que le responda “como debe ser, porque el que se trate de una persona mayor no implica que deba respetarla”.

No salgo de mi asombro de la actitud de ciertos padres de hoy en día. Esas solidaridades automáticas no logran otra cosa que hacerles daño a los jóvenes. ¿Cómo que no debe respetar? Obviamente, la niña no estaba poniendo atención y su pregunta -tergiversando todo lo que la escritora había dicho- lo demostraba.

Mi amiga me dice que se sintió frustrada en extremo. “¿Es esta la generación de relevo?”, me preguntó… Y añadió: “¿en manos de quién va a quedar el mundo?».

Es ciertamente preocupante la actitud de buena parte de la juventud de la llamada “Generación Z, iGen, or Centennials”. Son niños y jóvenes inmersos en una “realidad” de redes sociales, donde hay un océano de información… con un centímetro de profundidad. No saben discriminar qué es lo importante y qué no lo es. Tampoco corroboran si lo que leen es cierto o no. No tienen interés en saber de Historia, ni de Literatura, ni de Ciencias. La mayoría quieren ser YouTubers, Tiktokers o Influencers… ¿Quiénes van a ser los médicos, ingenieros, economistas, abogados, comunicadores sociales, científicos de los próximos treinta años?… ¡Y estos muchachos estudian en uno de los mejores colegios de Caracas! ¿Qué queda para quienes están condenados (sí, condenados) a estudiar en un liceo público?

Algo hicimos o estamos haciendo que logra que las cosas -en todo el mundo- vayan muy mal. El siglo que estaba supuesto a ser el más avanzado de la humanidad, justamente por los avances científicos, está retrocediendo a pasos agigantados. Pienso en todo lo que yo soñaba hacer cuando tenía dieciocho años y siento que hay un abismo entre mi generación (nací en 1958, el último año de los Baby Boomers) y esta generación que tomará las riendas del mundo a la vuelta de unos años.

No sé cuál será la solución… Corremos el riesgo de que una Tercera Guerra Mundial nos borre a todos del mapa y los que queden tendrán que comenzar de nuevo. Entonces se darán cuenta de que el mundo no es ni YouTube, ni TikTok, ni necesita influencers. Pero esa es otra historia…

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