22 de noviembre de 2024 1:38 PM

Gonzalo Oliveros Navarro: Coincidencia

Quienes hemos vivido el proceso político desarrollado en Venezuela estos últimos 23 años, no dejamos de notar que, desde el poder, se han idealizado todos los alzamientos guerrilleros de la década de los 60 del siglo pasado y, más faltaba, los del chavismo de los 90 del mismo.

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Así, para ellos, la actuación de gobiernos elegidos democraticamente, con participación ciudadana el día de los comicios muy superior a cualquiera de los realizados este siglo, debía ser enfrentada por las armas y no por el voto, de allí que los nuevos héroes de la patria son los guerrilleros -nativos y extranjeros que contra la democracia atentaron- y los villanos, por supuesto, quienes la promovía o defendían.

Esa idealización de alzamientos uno la observa en otras partes del mundo, Colombia por ejemplo.

Así, para un grupo importante de ciudadanos del país, los actos que se le atribuyen a las fuerzas armadas colombianas con ocasión del conflicto armado que a esta tierra afecta y que denominan falsos positivos, son deleznables, sin que emitan opinión, por ejemplo, de los 3358 crímenes que estudió la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellin atribuidos a los frentes 9 y 47 de las Farc, solo en 6 de los departamentos colombianos, actividades que le produjeron a dicha organización, solo por secuestro extorsivo agravado de 1891 personas de las 7181 que fueron objeto de esa actividad, mas de 36 billones de pesos colombianos, tal como lo reseña este pasado sábado el diario El Tiempo.

Independientemente de quien cometa un crimen, este es el hecho fundamental.

Indudablemente que quien se alza en armas contra un gobierno democrático es criminal por su conducta individual y su asociación, lo que no ocurre con la fuerza armada pues está es la representación visible de la autoridad y quien en violacion de las obligaciones que esta confiere delinque, lo hace a título personal y no representa a todos los integrantes de esa institución.

Pretender idealizar la conducta de unos y criticar acerbamente la de los otros, porque se hizo contra un gobierno que se adversa, es absolutamente indefendible y a la larga, perjudica a todos. Criminal es la persona que secuestró desde la guerrilla, como lo es quien delinque con uniforme oficial en cualquier país del mundo que eso ocurra.

La democracia venezolana trató de juzgársele con las armas y los ciudadanos, a eso se opusieron votando. Cuando dejamos de hacerlo, quienes de aquella manera habían actuado, inteligentemente cambiaron su estrategia y llegaron al poder, convirtiéndose en verdugos, que no jueces, de sus vencedores. En otros países con historias parecidas, sus ciudadanos tienen la última palabra.

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