Marx, Engels et. al inventaron una secuencia en el desarrollo humano, el llamado materialismo histórico. Según eso, la humanidad arranca con la comunidad primitiva, siguen la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo, y terminará con el socialismo y el comunismo. Pero resulta que Asia, África y América nunca pasaron por ese chorizo, que por lo tanto no da la talla para teoría de la historia. Marx y los marxistas trataron de ponerle parches.
Por El Espectador de Caracas con información de Miami Mundo
Hagiógrafos y enmendadores de plana marxistas argumentan que esa sucesión –chorizo es porque así lo llamaba cuando estudié sociología- es solo para Europa occidental, un cuadrito en el inmenso mapamundi. Pero eso tampoco es cierto, porque hubo feudalismo apenas en pocas partes de Europa y por lo tanto el materialismo histórico enturbia la secuencia clásica y mucho más útil, de antigüedad, medievo, modernidad y contemporaneidad, que no pretende profetizar sobre el futuro.
Hagiógrafos y enmendadores de plana marxistas argumentan que esa sucesión –chorizo es porque así lo llamaba cuando estudié sociología- es solo para Europa occidental, un cuadrito en el inmenso mapamundi. Pero eso tampoco es cierto, porque hubo feudalismo apenas en pocas partes de Europa y por lo tanto el materialismo histórico enturbia la secuencia clásica y mucho más útil, de antigüedad, medievo, modernidad y contemporaneidad, que no pretende profetizar sobre el futuro.
Marx escribió que la sociedad capitalista había sacado a los labriegos de “la vida reptante del campo”) pero acariciaba una terrible utopía: la dictadura del proletariado en la que “los medios de producción” pasaran al control colectivo. El realizador práctico del sueño revolucionario, Vladimir Ilich, como después Mao, Fidel Castro y el poeta campesino Ho Chi Min, demostraron que no existen dictaduras amorosas, populares, consideradas, educadas, salvo por momentos.
Veo el futuro
Nociones, falsas, dañinas, retorcidas, simplistas, abortos intelectuales del marxismo, destrozaron los países que siguieron la idea de una dictadura del pueblo, una democracia verdadera y tuvieron un destino terrible. Su fuerza estuvo en que la prédica es música agradable a los oídos. Una ideología que sabe a dónde va el mundo, cuál es la avenida que conduce al futuro, y está dispuesta llevarnos colectivamente. Una ideología que odia a quienes producen, se destacan, que glorifica la envidia.
“Que está del lado de los pobres, los débiles, contra clases de parásitos explotadores y políticos ladrones”, representa el bien y gana adeptos incluso hoy después de muerta. Como buena ideología dura, tiene respuestas para todo, es una visión holística del mundo, una religión laica, la nueva moral. Con la ceguera del determinismo, todo ocurre por la indetenible “rueda de la historia”, y es reflejo, superestructura, de las condiciones objetivas “las relaciones de producción”.
Toda libertad humana es aparente y actuamos según un libreto pre escrito: la depauperación capitalista, su desastre económico producirá la revolución, aunque la realidad aplasta a diario esa idea. Hace poco un visigodo magazolano declaraba como marxista, que las sanciones destruirían la economía y derrocarían al gobierno. Pero el gobierno se impuso, lo que revela cuál es la incidencia de la economía en la política. El marxismo es banal.