Se ha dicho con acierto que las “sanciones” unilaterales son el equivalente moderno de la antigua práctica de sitiar ciudades hasta lograr su rendición, entre cadáveres. Hoy, un país siempre encuentra resquicios por donde comerciar con quienes no se suman al cerco, pero el impacto puede seguir siendo dramático. Es verdad que las rendiciones pocas veces se dan, y los gobiernos logran mantenerse. Mas la población, excepto una minoría de altos funcionarios y gentes con bienes de fortuna, resulta afectada de manera a menudo brutal.
En nuestro caso, ciertamente el sancionado es el Estado y no los empresarios particulares, pero la principal actividad económica de Venezuela es, con mucho, la petrolera, y es el Estado quien maneja ese recurso. Conclusión: sancionar al gobierno es hundir la economía del país. Sumemos a esto que ya antes de las sanciones más incisivas la economía venía mal, por políticas gubernamentales equivocadas, junto a fallas en la gestión y una corrupción desatada. Las sanciones se entrelazaron con estas realidades, en letal combinación. Es así como nuestro producto interno bruto descendió un 80%, presenciamos la pérdida de valioso talento humano en una migración masiva, y las grandes mayorías han sufrido y están sufriendo diversas calamidades: falta de agua, combustible y energía eléctrica, deficiencias en la alimentación, carencias en la atención hospitalaria… ¿Quién nos resarcirá de todos estos daños?
En educación, durante la primera década de este siglo la matrícula había venido subiendo en los diversos niveles, hubo movilización en torno a la educación de adultos, creció la alimentación escolar, así como el acceso de las y los escolares al libro y la computadora. ¿Quién nos compensará por los retrocesos posteriores?
Necesitamos salir con mayor rapidez del foso donde caímos. Los factores nacionales -gobierno y oposiciones- en diálogo con Estados Unidos, deberían ser más creativos, flexibles y ágiles en el logro de acuerdos, así sean parciales y transitorios. Por ejemplo, para obtener financiamientos de organismos interamericanos, destinados a electricidad o agua. O para constituir un fideicomiso supervisado por las Naciones Unidas que permita ventas de petróleo mayores y a mejor precio, y el uso de los recursos obtenidos en áreas como salud o educación.
@AuroraLacueva