La invasión de Rusia a Ucrania ha producido la guerra global de dictadura contra democracia. Un conflicto en el que no hay neutralidad posible, una lucha con acciones armadas en territorio ucraniano pero con confrontación económica, política, comunicacional, general y consecuencias que no excluyen a nadie. Esta guerra actualiza la existencia de “dos Américas”, la democrática y la dictatorial, e impone la urgencia de afrontar las graves consecuencias de haber permitido que el crimen organizado detente el poder en las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
Carlos Sánchez Berzaín / Infobae
El tratar de presentar a las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua como democracias o procesos revolucionarios y aparentar que no son parte de un mismo grupo bajo el control de Cuba, son dos de las falacias o narrativas que la invasión de Rusia a Ucrania ha destruido. La necesidad de defender los crímenes in fraganti de Rusia contra el pueblo ucraniano ha obligado a las dictaduras de las Américas a exponerse para encubrir y proteger actos criminales rusos de la misma naturaleza que los que cometen contra los pueblos que oprimen.
Las democracias de las Américas han soslayado durante todo el siglo XXI considerar y neutralizar la amenaza que representan las dictaduras de la región, que a partir de la expansión de la dictadura de Cuba han logrado instalar su modelo de terrorismo de Estado con dictaduras/narcoestados en Venezuela, Bolivia, Nicaragua y controlar los gobiernos de países democráticos como Argentina con Fernández-Kirchner y México con López Obrador.
La guerra de Rusia contra Ucrania ha obligado a las dictaduras de todo el mundo a agruparse en torno al agresor y defender su modelo basado en la violación de la libertad y de los derechos humanos. Los crímenes de lesa humanidad cometidos in fraganti por los invasores han forzado a las dictaduras a encubrirlos, protegerlos y defender su impunidad, porque necesitan el mismo tratamiento por los crímenes que perpetran de manera institucionalizada para continuar detentando el poder. Se trata de la agresión criminal, fundada en narrativas falsificadas y en el uso brutal de la fuerza para someter pueblos que quieren vivir en libertad.
Lo que en principio pareció una guerra reducida al territorio de Ucrania se ha convertido en una conflagración global porque el mundo libre fue forzado a entender rápidamente que se disputa el orden social, jurídico y político mundial. El eje de confrontación es dictadura contra democracia como formas de vida y de organización de la sociedad.
La observación del proceder ruso contra el pueblo ucraniano en sus métodos, violencia, falsificación de motivos, justificación de crímenes, ejercicio de poder y dominación, en la violación de los derechos humanos, de la vida y la libertad, es la misma que han hecho y practican las dictaduras del socialismo del siglo XXI sobre los pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
Luego de apoyar la invasión, ante su fracaso las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua y los gobiernos para dictatoriales de Argentina y México optaron por la “abstención” que es solo otra forma de apoyo al agresor. Siendo “la paz una obligación jurídica internacional”, la “guerra de agresión un crimen” y probados “crímenes de lesa humanidad” no hay abstención posible ante el cumplimiento de la ley. El que se abstiene de cumplir lo que la ley manda es criminal.
La votación en la Asamblea de las Naciones Unidas que determinó suspender a Rusia de la Comisión de Derechos Humanos fue consecuencia directa de la “matanza de Bucha” en la que tropas de ocupación rusas asesinaron mas de 400 civiles. En esa votación las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua votaron a favor de los crímenes de Rusia porque cometen los mismos crímenes en sus países, pues el tipo delictivo es el mismo, el número y la naturaleza de las víctimas no cambia los crímenes de lesa humanidad. El voto de las dictaduras de las Américas es de autoprotección y confesión al mismo tiempo.
La América dictatorial de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, respaldada por los gobiernos de Fernández/Kirchner de Argentina y de López Obrador de México, está integrada a la dictadura global liderada por Rusia y ha pasado de ser una amenaza a ser un enemigo frontal de la América democrática. Todo el mundo lo sabe, hay tenues señales de que los gobiernos democráticos lo reconocen, pero aún no actúan en consecuencia.