Las negociaciones entre Biden y Maduro o, si se quiere, las aproximaciones entre ambas administraciones pueden impactar positivamente al país. Como se sabe, se ha insinuado una vuelta a la mesa de diálogo. Esa solicitud de los enviados de Estados Unidos y la opinión expresada por Maduro ante los medios, reflejan que esa opción está sobre la mesa y, además, es coincidente con la expresada anteriormente por el secretario general de Avanzada Progresista, Luis Romero, en el sentido de sostener un diálogo mucho más amplio de lo que ha sido hasta ahora.
El Espectador de Caracas / Nota de Prensa
Antes el gobierno nacional no sentía la relevancia de sentarse con una oposición profundamente fragmentada y con una insondable debilidad política. Los acontecimientos europeos, la intervención de Rusia en Ucrania, exacerban el pragmatismo de las naciones poderosas, sobre todo, cuando los efectos económicos no serán positivos para el mundo.
Al gobierno nacional se le presenta la oportunidad de sacudirse las sanciones y la presión sobre unas elecciones presidenciales anticipadas. Al parecer, la delegación norteamericana se refirió a las condiciones que deberían regir para unas elecciones auténticas en el 2024. Por otro lado, las oposiciones deberían, en el marco actual, establecer unas negociaciones en distintos niveles; uno de ellos es el que sistemáticamente han venido explorando y referido a los temas de orden estrictamente políticos.
Sin necesidad de viajar a México, en un nivel distinto, ni por debajo ni por arriba, todos son importantes y necesarios, está el expresado por el propio presidente Maduro: “reactivar el diálogo nacional con políticos y otros actores.” Pues bien, además de la incorporación de las distintas coaliciones opositoras, esa referencia a “otros actores” debería ser la oportunidad para que se establezca una agenda precisa para actuar con rapidez en la superación de algunos problemas básicos del país.
Abrir las puertas al sector empresarial, laboral y gremial para que en conjunto con el gobierno se desarrollen líneas de acción para fortalecer algunas iniciativas destinadas a superar las dificultades del presente, se convierten en una medida saludable para los intereses del país.
Hay aspectos claves que deben ser atendidos: en materia de servicios públicos resulta imprescindible tener en cuenta; por un lado, la recuperación de planta física del sistema nacional de salud, así como, el equipamiento de los servicios de atención médica. De igual manera, diseñar una política que le permita a los venezolanos disponer de unos servicios decentes y eficientes en el suministro de fluido eléctrico y de agua potable.
Otra mesa que puede operar en suelo venezolano es el destinado a los acuerdos para la reactivación del aparato productivo, sensiblemente afectado por las políticas gubernamentales. No basta anunciar y crear unas zonas económicas especiales ya que hay más de 4000 de ellas en el mundo por lo que se requiere de un acuerdo nacional entre el gobierno y los sectores privados y laborales para que estas puedan ofrecer un incentivo a los inversionistas foráneos.
Desde esa misma perspectiva, el área petrolera seguirá siendo el pivote para el despegue económico del país. Acuerdos intersectoriales son fundamentales para acordar nuevos esquemas de negocios, por lo que seguramente reformas a leyes como la de hidrocarburos serán necesarias.
El inicio de la producción petrolera con el primer pozo petrolero, Zumaque 1, permitió vigorizar la economía venezolana. La explotación de petróleo abrió un mundo de grandes posibilidades a la sociedad venezolana. De nuevo estamos ante la posibilidad de dar otro gran salto.