Una frase muy repetida de Raymond Chandler afirma que su colega Dashiell Hammett sacó el asesinato de los salones para llevarlo a las alcantarillas. El postulado, siendo cierto en esencia, levanta un cierto menosprecio por un género que de Poe a G.K. Chesterton había sacado al crimen de la crónica policial para hacerlo aterrizar en la literatura. La polémica es, en todo caso, innecesaria pero es inevitable pensar en las varias aristas de lo policiaco en el cine, que por supuesto abreva en la literatura, viendo la nueva serie de HBO que lleva el desconcertante título de “Paisajistas”. La trama, se nos dice al principio con espíritu de coartada, se inspira en una historia no solo real, sino además reciente. El amparo en lo factual es siempre preocupante cuando de ficción se trata, porque implica deslizarse por una hoja muy fina. Un giro hacia un lado apenas si logra superar la mera crónica, un vuelo imaginativo demasiado alado nos hará desconfiar de la advertencia del comienzo. Hasta ahora la palma se la llevan los hermanos Coen con la película y la serie Fargo, que postula una realidad que no fue tal.
Vayamos a los hechos. Un matrimonio de edad adulta lleva una vida grisácea en París. En las primeras escenas sabemos que la esposa gasta un dinero que no tienen en alimentar su gusto por las películas viejas, en particular los westerns con Gary Cooper y en particular uno, mítico: High Noon, A la hora señalada. Vale la pena recordar que la trama obliga al sheriff del pueblo a enfrentar solo y en el día de su matrimonio a un trio de bandoleros que viene a cobrar venganza. La película ha ganado cada vez más vuelo alegórico con el paso del tiempo. O para decirlo llanamente, cuanto más inverosímil es la gesta del gran Gary, más nos gusta la película, porque nos cuenta la historia como nos gustaría que hubiera sido, y no como debiera haber sido si el sheriff no fuera …Gary Cooper. Vuelta a “Paisajistas”. A medida que progresa la trama nos enteramos de una historia siniestra que se oculta tras una vida opaca y exigida económicamente. Fruto de la desesperación, el descuido o el tedio, el esposo pone a la policía británica tras la pista de un asesinato cometido unos años antes en la persona de sus suegros. Y hasta aquí lo que contaremos.
El encanto de la miniserie de cuatro capítulos está en su doble audacia, narrativa y expresiva. Por un lado la anécdota salta entre Paris y Londres, entrecruzando pasado y presente, intercalando la vida de los policías con la de las víctimas y los perpetradores. Por el otro, y cada vez más mientras se desgranan los capítulos, la realidad se va desmigajando. A veces la imagen es en blanco y negro, otras veces en color, y otras más vira de uno a otro sin que la acción se detenga. No olvidemos que estamos hablando de prosa criminal de la mejor estirpe, pero además estamos entrando en el imaginario de dos seres que poco a poco están abandonando este mundo para construir uno a su imagen. Son los paisajistas del título, versión británica de un concepto bastante francés, el del “amour fou” , el amor loco predicado por los surrealistas capaz de abolir la realidad en procura de la libertad. A medida que progresa la trama, es la libertad expresiva la que gana terreno, a veces oímos voces del estudio, otras veces los actores cambian de un escenario a otro mientras la cámara los sigue entre técnicos y trastos, hasta que la persecución se transforma en un western como el que ellos (y especialmente ella) admiran. Para ese entonces, la trama policial que sirve de sustrato ha sido develada en lo esencial, pero poco importa, lo que el espectador sigue (y no puede dejar de seguir) es el viaje hacia lo fantástico, la inexplicable pulsión que los mueve. Es cierto que hay una pátina de interés económico, y por ahí se arriesga una explicación psicológica anclada en una infancia terrible. Pero estas explicaciones se pierden en el mar de lo jurídico. Lo que gobierna todo el asunto es esa imperturbable flema británica magníficamente actuada, con la cual el descenso a los infiernos (o tal vez el ascenso a un paisaje imaginario) se va construyendo. Es cierto que buena parte del cine y la literatura policial gano mucho brillo (es un decir) saltando de los salones a las alcantarillas. Pero no es menos cierto que para los escritores ingleses el asesinato sigue siendo una de las bellas artes.
Paisajistas. (Landscapers) Reino Unido. 2021. Creada por Ed Sinclair y Will Sharpe. Con Olivia Colman y David Thewlis, Kate O’ Flynn.