Si en algo debemos insistir, crear, fomentar, asegurar con y para los venezolanos, es el mejoramiento de los valores ciudadanos que son la base esencial de un país reflexivo, consiente, organizado y próspero.
El Universal / Jfd599@gmail.com
Erradamente, hemos creído y dependido de figuras individualizadas: héroes, caudillos, dirigentes, líderes en torno a los que ha girado nuestra historia, nuestro presente, nuestra esperanza de avanzar, nuestro destino.
La cultura latinoamericana ha desmeritado la actuación colectiva como forma esencial para la construcción de una nación y para la definición de su futuro. No debemos esperar únicamente que un personaje nos impulse, aun cuando los liderazgos son válidos, apreciables, útiles siempre y cuando ellos encarnen, como bien y como resultado lo supo expresar una vez don Rómulo Gallegos: “un ideal colectivo”.
La explicación de nuestra historia, de nuestros avances y retrocesos ha dependido de diversos factores, de nuestra circunstancia y capacidad de pensamiento y acción, pero ha sido provechosa cuando hemos asumido procesos y oportunidades de construcción nacional, unidos, con objetivos claros, comunes, consentidos, apreciados por la mayoría.
Si preguntamos a los venezolanos cuáles son los valores y principios nacionales actuales con los cuáles nos guiamos y la dirigencia inspira y actúa para nuestro bienestar nos encontraremos respuestas negativas.
Ante tales faltas de conocimientos y de acción, la sociedad debe reaccionar, establecer una necesaria prioridad, establecer sus metas, crear, afirmar un espíritu nacional, una voluntad que no se conforme con lo que sucede pasivamente y que contribuya afirmativamente al mejoramiento del país.
Sin ciudadanía no hay reconstrucción; sin ciudadanía no hay desarrollo; sin ciudadanía no hay progreso; sin ciudadanía no hay futuro. La ciudadanía implica participación, integridad, tolerancia, compromiso, solidaridad, convicción, respeto, cumplimiento, un patriotismo bien asumido y ejercido.
Para alcanzar un sentido cabal de país algo fundamental nos falta: educación. Reivindico un concepto que una vez le escuché al ilustre maestro y jurista, ex Rector de la Universidad Central de Venezuela, el doctor Rafael Pizani, la necesidad de: “educar para la democracia” y agregaría ahora: educar para la libertad que es ciudadanía.
No podemos conformarnos con un país sumido situación de perenne desorden administrativo, social, moral, un país donde se han desaprovechado y perdido sus recursos y que gracias a sus carencias y descontroles la corrupción medra entre otros males.
Debemos estimular una conducta cívica general que es desarrollar en la práctica un concepto de civismo. Tenemos que restablecer los vínculos, principios, relaciones sociales constructivas. La Iglesia, los partidos, las asociaciones, las empresas, las academias, las universidades, los sindicatos, el liderazgo responsable del país debe fomentar, difundir, exigir, un útil y necesario rescate de los valores de la nación.
Hay que buscar restablecer a Venezuela en diversos ámbitos, nuestra realidad es apremiante, las urgencias nacionales son tales que la subsistencia nacional cotidiana ha hecho olvidar y postergar los problemas de fondo y lo que debemos hacer y ser.
Necesitamos ciudadanos para reconstruir a la república; nos urgen valores ciudadanos y en torno a ellos, fundamentado en ellos, debe emerger un nuevo liderazgo nacional.