Sólo con libertad podremos gritar ¡feliz año nuevo! Porqué sin ese supremo derecho humano no es posible vivir con la felicidad que ansiamos experimentar todas las personas del mundo. Bien se ha dicho que esa es la verdadera riqueza de la humanidad. No hay tesoro por más gigante que sea supere la dimensión que representa para la humanidad esa condición que ha sido estrechada en nuestra patria venezolana.
Vivir con libertad es que nuestros niños tengan la posibilidad de recibir la educación temprana que requieren para que se vayan tallando como los buenos ciudadanos del futuro. Libertad es que nuestros estudiantes estén en capacidad de prepararse para servirle a la nación. Que sean formados con las cualidades que les permitan incorporarse al mercado de trabajo y desde allí producir la riqueza que hará soberana a la nación sin que tengan que esperar milagros ni depender de la renta que le produzca algún mineral que se va agotando.
Libertad es salud expandida en cada hogar en donde la familia celebre abriendo el grifo para refrescarse con agua potable. Libertad es encender las luces gracias a la energía eléctrica que nos garantiza estar alumbrado permanentemente. Libertad es que podamos salir a las calles y en la vía pública abrazarnos en paz con nuestros congéneres.
Libertad es poder contar sobre la mesa con el pan. Y en los estrados judiciales ver instalada la garantía de la justicia que a su vez irá aparejada de la paz. Libertad es que lo que hayamos atesorado, gracias a nuestro trabajo y esfuerzo, esté libre de arrebatos autoritarios, porque para ser felices necesitamos disfrutar plenamente del derecho de propiedad y del inalienable derecho de expresarnos libremente.
Diremos ¡feliz año nuevo! Si se abren las rejas de las cárceles y vemos salir de esos encierros a los presos políticos civiles y militares. Gritáremos ¡Feliz año nuevo! cuando nos percatemos qué están retornando a Venezuela, después de padecer el forzado destierro, los millones de venezolanos que hoy extrañan a la patria amada desde lejos.