22 de noviembre de 2024 5:43 PM

César Tinoco: ¿A dónde se fue la utilidad?

La foto es de uno de mis dos profesores de contabilidad favoritos: Baruch Lev. El otro es Charles Thomas Horngren, Salón de la Fama de la Contabilidad 1990, de la Asociación Americana de Contabilidad.

Escribiendo este artículo reviso dos documentos: la Forma 10-K de la empresa estadounidense Rite Aid (ticker RAD), del 27 de febrero de 2021 y el libro publicado en 2016 precisamente por Baruch Lev y Feng Gu, de la Escuela de Negocios Stern en la Universidad de New York, titulado El final de la Contabilidad y el camino a seguir por inversores y gerentes (The End of Accounting and the Path Forward for Investors and Managers, Wiley).

En cuanto a Rite Aid y para el año fiscal finalizado en febrero de 2021, si bien tuvo ventas por el orden de los 24.000 millones de dólares, tuvo una pérdida en operaciones continuas de 100 millones de dólares. Su hoja de posición financiera (balance) muestra un pasivo total próximo a los 9.000 millones de dólares mientras que su patrimonio es de apenas 615 millones de dólares. Lo anterior conduce a una relación de apalancamiento (contable) de 14,6: su pasivo total es 14,6 veces su patrimonio (en 2015 fue de 17 veces). O lo que es lo mismo, su patrimonio es casi inexistente pues monta, contablemente hablando, a apenas 6% de su total activo: “No skin in the game” diría el bueno de Nicholas Nassim Taleb.

Lo cierto del caso es que cuando uno revisa los informes 10-K desde 2005 hasta 2021 (17 observaciones), la utilidad neta resulta, en promedio, negativa mientras que el flujo de efectivo que producen las operaciones, también en promedio, resulta positivo. Lo anterior trae a colación la eterna controversia entre la base de causación y devengo y la base de efectivo que resuelve, casi que mágicamente, el Estado de Flujos de Efectivo. También, una métrica que rige las decisiones de Rite Aid, denominada “Ebitda ajustado”, esta vez puntual, es decir, sin promediar, resultó siempre positiva. Es tal la cantidad de ajustes con el que viene ese Ebitda que yo lo llamo “Ebitda requetecontra ajustado”.

Rite Aid es el perfecto ejemplo de una empresa estadounidense que coloca en su Forma 10-K, en la sección «Discusión y análisis de la gerencia de la situación financiera y los resultados de las operaciones continuas», la información financiera tal y como lo exige la ley pero sus decisiones no se rigen por el estado de resultados sino que su guía para las decisiones tiene lugar con base al Ebitda ajustado.

De hecho, Rite Aid coloca claramente legible y textualmente en su Forma 10-K lo siguiente: «Además de la utilidad (pérdida) neta determinada de acuerdo con los PCGA (Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados), utilizamos ciertas medidas que no son PCGA, como el ´Ebitda ajustado´, al evaluar nuestro desempeño operativo. Creemos que las medidas que no son PCGA sirven como una medida apropiada para evaluar el desempeño de nuestro negocio». He colocado a propósito en negrillas la palabra “apropiada”.

Por supuesto que visto el alto apalancamiento de Rite Aid, el Ebitda ajustado es su opción automática. Sin embargo, no se aplica ningún estándar a dicho Ebitda en virtud de que no es PCGA. A ciertas empresas les encanta usarlo porque pueden publicar cifras de “Ebitda ajustado” que eliminan una gran variedad de gastos, desviando así la atención de los analistas incautos de las cifras de utilidad neta no precisamente bonitas y, en cambio, centrando tal atención en resultados de Ebitda ajustados hermosos, consistentes y crecientes (o al menos positivos pero decididamente decrecientes como en el caso de Rite Aid).

Lo contrario también sucede y es todavía más interesante. Es decir, la utilidad neta e incluso el Ebitda ajustado –determinada una y otra de acuerdo con el principio de causación y devengo- lucen extraordinariamente positivas pero las operaciones no arrojan efectivo.  De allí la pregunta que hacen los directores a sus gerentes en las reuniones de presentación de resultados «Dado que tenemos utilidad pero no tenemos efectivo, ¿A dónde se fue la utilidad?».

Lo cierto del caso es que en el mundo actual, parece claro, no debemos depender únicamente de la contabilidad basada en valores causados y devengados sea Utilidad Neta o sea Ebitda ajustado. Dado que la contabilidad de acumulación depende del juicio y las estimaciones de la administración, el estado de resultados es muy sensible a la manipulación de las ganancias y los intentos de engaño de los administradores. Al respecto y a modo de ilustración, una empresa puede exhibir en el denominado “Estado de Resultados Integral Total”, un resultado del periodo (utilidad neta) positivo con tan solo trasladar a dicha sección una partida positiva de ingresos no devengados correspondiente a la sección “otro resultado integral del periodo”, mezclando así ingresos devengados y no devengados, tal y como se hartó de hacerlo Pdvsa hasta 2016.

Precisamente, el libro de los profesores Baruch Lev y Feng Gu indica el final de la información financiera tal como la conocemos. No pregona la eliminación de los informes financieros, pues siempre serán un documento histórico importante. Nadie puede dudar que es necesario tener una perspectiva histórica de la empresa basada en dichos informes. Pero lo cierto es que los informes financieros actuales no proporcionan una guía clara en relación con el futuro de cada empresa.

De acuerdo con Baruch Lev y Feng Gu, los informes se deberían centrar, cada día más, en el modelo de negocio de la empresa y ejecución del mismo, destacando los “indicadores fundamentales” que varían en función de numerosas particularidades como la empresa y sector en el que desarrolla su actividad, el tamaño de la misma y su presencia internacional en el mercado.

Por supuesto y teniendo en cuenta la eterna controversia de que es y cómo se mide la utilidad, el libro de Baruch Lev y Feng Gu tuvo y tiene su galaxia de críticos. Sin embargo, hay que recordar que Baruch Lev no solamente es contador público sino que tiene un MSc y un PhD en la misma área en la Universidad de Chicago, Illinois, y su currículo hasta 2015 en su portal, tiene 18 páginas, de las cuales 15 son de publicaciones, contribuciones significativas a la academia y a la humanidad. Baruch Lev se insertó en la historia desde hace un buen rato.

El Nacional

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