22 de noviembre de 2024 9:58 PM

Gonzalo Oliveros Navarro: Pérdida de ciudadanía

Jueves 16 de diciembre de 2021.

Desapercibido pasa para los venezolanos el derecho humano a elegir y ser elegido y ello ocurre sobre todo con el ciudadano que fuera de las fronteras se encuentra y digo sobre todo porque la abstención que se origina por su ausencia de los eventos comiciales o de consulta que en el país se celebran o puedan celebrase, no es en principio voluntaria sino consecuencia de una decisión de Estado, el que no participemos, el que carezcamos de representación.

Gonzalo Oliveros Navarro / @barraplural

Si damos por cierta la cifra referida esta semana por el señor Eduardo Stein según la cual para el 2022 fuera del país habremos de encontrarnos 8.9 millones de venezolanos, podemos proyectar que 6.675 millones de ellos son ciudadanos, es decir, tienen derecho a participar en la vida política del país pero dada su condición de extrañamiento del territorio nacional, bien por razones personales o por imposición de las circunstancias país, no lo podrán hacer y ello, entre otros motivos porque quienes ocupan las posiciones públicas venezolanas pareciere que no tienen interés en que eso ocurra.

Si la actitud de la dirigencia fuera la contraria a lo afirmado, alguno estaría exigiendo o consensuando mecanismos que faciliten la apertura del registro electoral en el exterior, o estaría proponiendo mecanismos que faciliten la estancia fuera de nuestras fronteras en las distintas naciones donde mayoritariamente nos encontramos, por no decir que todos a uno estarían exigiendo la reconstitución de la mesa de negociación en México con disposición anímica de llegar a acuerdos y es lo cierto que nada de eso ocurre.

La diáspora anunciada para el próximo año es el equivalente a que todos los habitantes de los municipios Baruta o los Salias en el estado Miranda en conjunto con todos los que residen en los estados Apure, Barinas, Sucre, Trujillo, Guárico, Monagas, Amazonas, Delta Amacuro, Mérida, Yaracuy, Nueva Esparta y Bolívar, decidieren cerrar sus casas y negocios y salieren del país. Esa es la magnitud de la referida cifra. La mitad de los estados que integran Venezuela y dos de los municipios del estado Miranda, vacíos de personas.

Ante una situación como esa que hoy existe pero que representante de ningún sector político ha abordado con seriedad, salvo declaraciones reiterativas del problema con muy pocas propuestas efectivas o eficientes contrarias a revertirlo, los venezolanos debemos adoptar posiciones ciertas y firmes. Tan importante es el derecho humano a la vida –y agrego- a una vida digna- como al de elegir y ser elegido, pero lo es también el derecho a mantener y ejercer la ciudadanía.

Presumo que buena parte de quienes han salido tienen en su mente retornar. Ello se dificultará cada vez mas en la medida que pasemos mas tiempo fuera de nuestras fronteras pero si a esa circunstancia sumamos el que el Estado del cual somos ciudadanos no realiza actuaciones tendentes a mantener su vinculación con nosotros, colocamos a quien salió en la disyuntiva de continuar en esa suerte de limbo al cual está sometido o buscar el afecto institucional del país que le acogió.

La situación descrita obliga a quienes competa a adoptar cuando menos, cuatro decisiones: la primera ejecutar políticas públicas al interior de nuestra tierra que revierta nuestra salida del país; la segunda resolver el tema institucional interno venezolano que permita establecer de manera cierta con todos los países en los cuales nos encontremos, relaciones diplomáticas y consulares efectivas; la tercera abrir el registro electoral allende nuestras fronteras a los fines de que esos ciudadanos ausentes del país tengan la posibilidad de participar en los asuntos públicos nacionales ejerciendo su ciudadanía y la última, supremamente importante, darle voz interna a quienes afuera se encuentran, con representación parlamentaria incluida, lo que implica una enmienda constitucional que lo permita. Si ello no ocurre, esa suerte de desangramiento diario y continuo que impacta a las naciones que nos reciben no solo continuará sino que, adicionalmente, originará que cada vez menos quien afuera se encuentra vea a Venezuela como su país.

La solución a la situación está en manos de quienes actúan internamente. Es entonces su responsabilidad resolverla.

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