22 de noviembre de 2024 11:48 AM

Raquel Gamus: Saab inagotable

Recientemente fue noticia la publicación del libro Cartas de Alex Saab desde su secuestro. La faceta de escritor es la última que hemos conocido de ese personaje que pasó de ser de ser un comerciante barranquillero, vendedor de llaveros de promoción empresarial y de uniformes de trabajo y camisetas estampadas, a magnate, gracias a las buenas relaciones, según se dice, con sectores del alto gobierno venezolano y los buenos oficios de la senadora Piedad Córdoba, que le facilitaron el mal uso de los recursos destinados a la solución de vivienda y alimentación para los sectores más necesitados y, por último, después de su captura en Cabo Verde, devino en diplomático venezolano, héroe y mártir.

Las cartas de Saab fueron presentadas en la inauguración de la Feria Internacional del Libro (¿aún existía?) en el en el Palacio Federal Legislativo y contó como prologuista y presentador nada menos que con Mario Silva (La Hojilla) y Pedro Carvajalino (Zurda Konducta), dos fichas del más bajo nivel de  la comunicación chavista que se explayaron en halagos al ahora escritor, por supuesto enmarcado en un contexto antiimperialista. Carvajalino, con el rostro de Saab estampado en su franela, llegó al extremo del ensalzamiento al comparar la escritura de Saab con Gramsci y Kafka, ¿sabrá quiénes son?

Estuvieron presentes el hijo de Saab (sancionado por la OFAC) y la esposa (expropiada por la justicia italiana), quien también pronunció unas lacrimosas palabras antiimperialistas.  

“Me han torturado físicamente, me han calumniado, injuriado, maltratado, pero el alma de un guerrero jamás se humilla”, con esas palabras del empresario colombiano Alex Saab se dio inicio a lo que sería una compilación de sus cartas durante el tiempo que estuvo preso en Cabo Verde.

No he leído el libro, tampoco sé cómo será su distribución, ¿se venderá? ¿Se regalará en las entradas del Metro? ¿Se colocará en los kioscos que ya no venden prensa porque no hubo más dinero para el papel? Pero no puedo menos que sentirme desbordada por la reacción que estas cartas produjeron en la pareja presidencial. Maduro confesó que lo leyó junto con Cilia y que ambos quedaron conmovidos. Reproduzco cita de las palabras de Nicolás Maduro con las que promovió el libro durante el evento:

“Se trata de algo maravilloso. Ustedes, que son gente sensible de la palabra escrita, de la palabra dicha, de la palabra bella; que son personas que saben lo que es expresar el alma de un ser humano en el lenguaje, en la poesía, en un escrito, en un ensayo; llévense este libro a su casa, coméntenlo por todos los medios y redes, coméntenlo.

Alex Saab, simple y sencillo. Por ayudar a Venezuela fue perseguido, secuestrado, torturado terriblemente en Cabo Verde y, luego, lo volvieron a secuestrar en Estados Unidos y ahora lo tienen en las cárceles del imperio norteamericano, aislado de su familia. Este libro, de verdad, no tiene pérdida”.

Es una revelación esta sensibilidad de la pareja presidencial que no ha sido exhibida ni ante los sufrimientos de los migrantes venezolanos que se arrastran durante meses para llegar a tierras ajenas por las carencias en su país, parte importante de los cuales están asociadas a las tropelías cometidas a través de Alex Saab.

Tampoco se les ha visto derramar ni una lágrima ni manifestar ninguna expresión de dolor ante el llanto de madres y niños que mueren en los hospitales por falta de insumos, ni ante el retraso del crecimiento en los niños venezolanos por desnutrición, ni ante la miseria en la que viven los ancianos del país con unas migajas que llaman pensiones, mucho menos ante las terribles torturas que infligen los organismos policiales a los presos políticos que han sido documentadas por distintos organismos internacionales, ni ante el asesinato de jóvenes venezolanos en manifestaciones, así como de presos políticos debido a la tortura, por solo mencionar algunas de las tragedias que se viven en Venezuela. Sería por la conmovedora prosa de Saab, o acaso sería por las presentaciones de esos dos indiscutibles intelectuales y su verbo sublime.

En todo caso hay que adquirirlo, es un seguro integrante del más exigente museo de la cursilería y del cinismo que se pueda concebir. Lo aseguro antes de leerlo, conocedora de la cultura y el refinamiento espiritual del protagonista y sus encumbrados presentadores.

El Nacional

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