27 de noviembre de 2024 7:33 AM

Niños que practican deportes tienen menos probabilidades de experimentar síntomas depresivos y de ansiedad

Un nuevo estudio ha demostrado que los niños que practican deportes en la primera infancia tienen menos probabilidades de experimentar posteriormente síntomas depresivos y de ansiedad, conocidos como malestar emocional, más adelante, según publican sus autores en el ‘Journal of Developmental & Behavioral Pediatrics’.

Por: El Espectador de Caracas con información de Infosalus

El estudio, dirigido por la psicopedagoga de la Universidad de Montreal (Canadá), Marie-Josée Harbec, también sugiere que los niños que experimentan menos malestar emocional en la infancia media también tienen más probabilidades de ser más activos físicamente en la adolescencia temprana.

«En el estudio buscabamos aclarar la relación a largo plazo y recíproca en niños en edad escolar entre la participación en deportes y los síntomas depresivos y de ansiedad», explica Harbec, que realizó el trabajo como estudiante de doctorado supervisado por la profesora de psicoeducación de la UdeM Linda Pagani.

«También queríamos examinar si esta relación funcionaba de forma diferente en niños y niñas de entre 5 y 12 años –añade Harbec, que junto con Pagani ejerce en el hospital infantil CHU Ste-Justine–. Hay pruebas generalizadas de una crisis en estos días de inactividad física en la infancia, y esto puede tener implicaciones en la salud mental y física posterior».

Harbec y Pagani examinaron los hábitos deportivos y de actividad física declarados por los niños a los 5 y 12 años, así como por sus padres, y también observaron los síntomas de malestar emocional de los 6 a los 10 años declarados por los profesores de los niños.

«Descubrimos que los niños de 5 años que nunca habían practicado deportes eran más propensos entre los 6 y los 10 años a parecer infelices y cansados, a tener dificultades para divertirse, a llorar mucho y a parecer temerosos o preocupados», subraya Pagani, autor principal del estudio.

«Además, los niños que mostraban mayores niveles de síntomas depresivos y ansiosos durante la infancia media eran posteriormente menos activos físicamente a los 12 años –prosigue–. En el caso de las niñas, en cambio, no encontramos cambios significativos».

En colaboración con investigadores de la Universidad McGill y del Instituto de Investigación del Hospital Infantil del Este de Ontario, Harbec y Pagani examinaron los datos de una cohorte quebequesa de niños nacidos en 1997 y 1998, que formaba parte del Estudio Longitudinal de Desarrollo Infantil de Quebec realizado por el Instituto de Estadística de Quebec.

Los padres de 690 niños y 748 niñas analizados habían informado de su participación en el deporte en el último año a la edad de 5 años y de su nivel semanal de actividad física a la edad de 12 años; sus profesores evaluaron los síntomas de estrés emocional observados en la escuela de los 6 a los 10 años. Los datos se estratificaron por sexo para identificar cualquier relación significativa entre la actividad física y el malestar emocional.

«Nuestro objetivo era eliminar cualquier condición preexistente de los niños o las familias que pudiera arrojar una luz diferente sobre nuestros resultados, como el temperamento de los niños, la educación de los padres o los ingresos familiares», explica.

Los niños que practican deporte en preescolar podrían beneficiarse de las actividades físicas que les ayudan a desarrollar habilidades para la vida, como tomar la iniciativa, participar en el trabajo en equipo y practicar el autocontrol, y establecer relaciones de apoyo con sus compañeros y con los entrenadores e instructores adultos, dijeron los investigadores.

«Por el contrario, los chicos que experimentan síntomas de depresión y ansiedad podrían estar más aislados socialmente y tener un menor nivel de energía y un menor sentimiento de competencia, lo que a su vez podría influir negativamente en la participación en la actividad física», apunta Pagani.

En el caso de las chicas, los riesgos y los factores de protección de la depresión y la ansiedad actúan de forma diferente, advierte Harbec. Las chicas son más propensas que los chicos a buscar ayuda y a revelar su malestar emocional a la familia, los amigos o los proveedores de salud, y el apoyo psicológico de estos vínculos sociales las protege mejor.

«Además, dado que las niñas experimentan más angustia emocional que los niños, este riesgo relacionado con el género puede haber conducido a una identificación e intervención tempranas para las niñas», y así protegerlas de un daño mayor, concluye Harbec.

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