22 de noviembre de 2024 11:23 PM

Alí Rojas Olaya: La maestra María Colón

El día que la maestra María Colón de Cabrera fue la invitada de lujo en el Centro Rodrigueano de Emancipación Académica (Crea) Antonio José de Sucre de la Universidad de la Gran Caracas (Unexca) impregnó con sus sabias manos de mágica polifonía el auditorio. Ese día cantaron entre otros coros el Concertino de Caracas de Héctor Pérez Bravini y el Polifónico Rafael Suárez con María al frente. Al final en un improvisado canto común el techo del recinto se convirtió en un cielo colmado de estrellas que fulgurantes sonreían ante el canto plural dirigido por dos manos formadas por la escuela nacionalista del maestro Vicente Emilio Sojo.

– Maestra, tú eres para el Polifónico lo que Simón Rodríguez es para Bolívar.

– ¿Cómo es eso, Alí?

– Tú formas los corazones de tus cantantes “para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso”.

– ¡Gracias, Alí, qué bonitas esas palabras! Pues sí, eso es lo que he hecho toda mi vida: formar los corazones no sólo los del Polifónico sino los de todos mis estudiantes.
Después de esa memorable jornada, acompañé hasta su casa en El Manicomio, parroquia La Pastora, a Gilberto García, trabajador de la Unexca y gran amigo.

– Rector, ¿usted sabía que la maestra María Colón me dio clases de música en el barrio?

– ¡Caramba, Gilberto, no lo sabía, qué afortunado eres!

– Ella le quitó al hampa decenas de jóvenes que estaban destinados a caer en la droga, el malandreo.

Gilberto se refería al proyecto de educación musical que emprendió María Colón en el año 2009. Su pedagogía se basaba en el reconocimiento de diferencias, en la capacidad para la comprensión, para dialogar y llegar a acuerdos, para soñar y reír, para enfrentar la adversidad y aprender de las derrotas y de los fracasos. María Colón, en su rol de pedagoga rodrigueana, se propuso transformar la condición humana en felicidad. ¿Cómo lo hacía? Tatuando en las conciencias el amor hacia el prójimo y la pasión por lo nuestro, por nuestra esencia venezolana y latinoamericana. Como agradecimiento, el coro de la Comunidad de Manicomio lleva el nombre de “Voces Infantiles María Colón”.

Hoy, su alma vuela hacia el confín hondo y sereno del azul, pero feliz de haber hecho la tarea dando el ejemplo a sus hijos de que sí se pueden lograr las metas cómo obtener un título universitario a cualquier edad.

¡Gracias, maestra, mil gracias por tu entrega infinita!

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