“Todo líder populista da y otorga hasta favores para recibir lealtad en un momento electoral”.
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Ya no son tiempos de boom petrolero. La actual crisis económica se conecta con la pobreza incontrolada en Venezuela, un fenómeno que se ha vuelto muy tangible. El país vive una especie de deslave social, con una desbordada inflación que golpea con mayor intensidad a los sectores más vulnerables y hace que los hogares en condición de pobreza por ingreso se incrementen. Esta situación contrasta con los altos niveles de pobreza que afectan, según datos recientes a casi 95% de las familias venezolanas al tomar el valor de la canasta alimentaria como referencia para los niveles de pobreza.
Si entrelazamos la pobreza con lo político-electoral brota el populismo como figura significativa para el presente análisis. Populismo podría resumirse en pocas palabras como “decirle al pueblo lo que el pueblo quiere escuchar, independientemente de la realidad objetiva”. El populismo requiere del pueblo para construir o fortalecer su poder entendiendo al pueblo como las clases sociales bajas o estratos sociales D/E sin privilegios económicos y políticos. Estratégicamente, el gobierno se enfoca en la denuncia constante de sus males, que representan las clases sociales privilegiadas.
El populismo cuenta con características nuevas dentro del sistema político venezolano. Por ejemplo, las diversas misiones sociales, los CLAP, carnet y bonos de la patria evidentemente son prácticas populistas que buscan el apoyo popular para potenciar la gestión de Maduro conectada al control social y con una mirada directa a lo electoral.
El populismo bolivariano en su recorrido histórico ha transitado por varios niveles hasta llegar a un neopopulismo tan ineficiente como sus prácticas iniciales. Por ejemplo, hasta Maduro en sus pocas y lucidas narrativas públicas lo valora como negativo: “El asistencialismo es una concepción populista burguesa de la política, las misiones tienen que ir a liberar al ser humano a través de la educación, la cultura, el hábitat y las condiciones materiales de vida para empoderarlo, darle el poder social, económico, político”. Reconoce el error que se ha cometido y que algunas misiones cayeron en manos de la burocracia y la corrupción.
El tema del populismo tiene una significación cuando los gobernantes de turno les quitan la autoridad a las instituciones para “devolverle el poder al pueblo”, como a menudo dicen, pero en la acción están consolidando ese poder para ellos.
El concepto de populismo es tan complejo, que incluso los especialistas del tema lo han visto como una especie de nacionalismo cuyo rasgo distintivo es la equiparación del país con la gente, pareciendo este último al universo social integrado por las personas. El nacionalismo inducido por el gobierno agota sus esfuerzos en dar la sensación de unión con el pueblo, teniendo como los protagonistas a los excluidos, es decir, en nombre de estas personas es que Maduro se erige en su imaginación como el defensor de los intereses nacionales frente a las agresiones que traen implícitas las sanciones económicas del imperio yanqui y sus aliados.
En este momento electoral queda develado que el gobierno central rápidamente recurre continuamente a la miseria del populismo por su desesperación ante los números que arrojan todas las encuestas nacionales, incluso la pro gobierno. El populismo oficialista solo busca influir en las emociones de los votantes chavistas, incluso 50% ya no cree en la revolución. El populismo del gobierno de Maduro apunta solo a la captación de votos sin importarle los efectos primarios y secundarios que puedan causarle al país.