27 de noviembre de 2024 10:47 AM

Ramón Guillermo Aveledo: Bolívar

Doscientos treinta y ocho años se cumplen del nacimiento de Simón Bolívar. Cada aniversario es oportunidad para recordar sus aportes a la nacionalidad, aunque la lealtad a su verdadero legado de héroe nacional debería ser conducta cívica en la cotidianidad venezolana. Era un hombre ser humano, militar y político con virtudes y defectos no un santo como se empeñó en presentarlo su culto y luego la propaganda sectaria fabricada alrededor de su figura. Con ella, su carácter como uno de los símbolos de la unidad nacional fue perdiendo terreno ante el partidismo y la manipulación, lo cual es muy triste porque nos hacen falta esos elementos que nos acerquen, nos identifiquen y nos motiven al logro trascendente.

No crean los jóvenes en ese Bolívar adulterado por la diatriba política. Estúdiese con seriedad su vida y obra para comprenderla. Léanse sus palabras que dijo muchas en una larga carrera, tratando de rescatar la esencia de su ideario que es materia prima no única pero sí esencial en nuestra construcción republicana. Van algunas líneas, útiles para gobernantes, aspirantes y simples ciudadanos

Advierte sobre los males de la adulación. “Ninguna cosa es más corrosiva que la alabanza”. Y en 1825, dice del valor de la educación, “Un hombre sin estudios es un ser incompleto”. Ser llamado “tirano y usurpador” le era insoportable, confiesa en 1827.

¿Su idea de la política? “Huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes, es un país de esclavos” (1814) y “Nada es tan peligroso como dejar permanecer por largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder” (1819). En 1826 defiende “las barreras constitucionales” pues “sirven de apoyo contra los empujes de nuestras pasiones” e insiste en la responsabilidad de los funcionarios públicos. Quien sostiene que “La aclamación libre de los ciudadanos es la única fuente legítima de todo poder humano” (1816), dice que “La mejor política es la honradez” (1820).

Héroe militar, no es militarista: “Es sistema militar es el de la fuerza y la fuerza no es gobierno” (1816). “Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del gobierno; es el defensor de su libertad” (1814).

Valdrán siempre los sabios consejos de la experiencia, “No hay más dicha ni desdicha que prudencia o imprudencia” o me “Me vería como un hombre indigno, si fuere capaz de asegurar lo que no estoy cierto de cumplir”  porque “La verdad pura y limpia es el mejor modo de persuadir”.

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