23 de noviembre de 2024 6:34 AM

SJ. Luis Ugalde: Voy a votar

Los venezolanos queremos salir de esta cárcel de pobreza en la que nos ha metido el régimen. Nuestro objetivo no son las elecciones, sino la reconstrucción de Venezuela y de la vida de 30 millones de personas. Las elecciones son un medio para el rescate del país en democracia y sin guerra.

Votación y aclaraciones básicas. Falta orientación para votar o no en noviembre. Respondo por mí lo más claramente posible:

  • En noviembre el régimen solo permitirá votaciones regionales y locales; no presidenciales ni parlamentarias. Solo podrán votar los que viven en el país.
  • Las votaciones en dictadura son dictatoriales; no son para cambiar de régimen sino para afianzarlo. Ni la votación ni la abstención son suficientes para salir del lamentable “socialismo del siglo XXI” y debemos preguntarnos qué debilita o fortalece más al régimen, ¿el voto o la abstención en noviembre?
  • La abstención no será un modo significativo de protesta, pues en elecciones regionales -sin presidenciales ni parlamentarias- abstenerse es lo “normal” para más de la mitad de la población, sin que eso exprese protesta, sino desinterés. Aquí y en otros países.

Yo he decidido votar y deseo que millones de venezolanos nos movilicemos para hacer campaña unitaria, lograr testigos y exigir una votación limpia y justa. El régimen hace y hará lo posible para dividirnos con pocas concesiones y muchas trampas anticonstitucionales.

Votaré como millones de demócratas para que el 22 de noviembre estemos más movilizados, organizados e indignados para salir del actual desastre. Que el mundo y nosotros mismos nos veamos deseosos y capaces de liberarnos. Si nos movilizamos  en las regiones y en los municipios y ponemos en la calle el grave malestar, al día siguiente millones habremos experimentado que violaron nuestros derechos y estaremos más indignados porque nos quitaron numerosos triunfos; al mismo tiempo estaremos también celebrando éxitos locales obtenidos donde con organización y lucha vencimos todos los obstáculos.

En cambio si no votamos, ni intentamos, ni nos organizamos, aumentará nuestra pasividad y no mostraremos nuestra “indignación”, que en este momento es el combustible más importante y generalizado que hay que activar en todos los rincones del país. Más movilización, organización e indignación para exigir prontas elecciones  presidenciales y parlamentarias y ganarlas.

No basta cambiar de régimen para reconstruir el país, ni eliminar las sanciones internacionales. Es necesario crear CONFIANZA y una nueva relación de entendimiento y apoyo decidido  por parte de los países y  organismos internacionales democráticos. Sin CONFIANZA en el renacer venezolano, no tendremos ni apoyo, ni vendrán las inversiones multimillonarias indispensables. 

Salvación nacional y sociedad civil. Desde hace meses hay creciente conciencia en los propios partidos de que están en horas bajas y acosados. La política debe renacer dando paso a la sociedad civil organizada de múltiples maneras y reconocer la importancia de lo que en regiones y ciudades vienen haciendo algunas organizaciones como el Frente Amplio Venezuela Libre en torno al Acuerdo de Salvación Nacional, o el clamor por la vacuna contra la COVID-19. ¿No sería un acierto que los partidos ampliaran esta apertura acordando que en cada municipio la sociedad civil elabore las listas de candidatos a concejales y los partidos las apoyen? Es una manera de renovación política desde las raíces con revitalización ciudadana y municipal amenazadas por el correaje comunal partidista centralizado.

Parábola de los hijos secuestrados: La dictadura ve con  alegría cómo se dividen y agreden los opositores cuando ella hace algunas concesiones menores en registros electorales, tarjetas, líderes perseguidos o algún preso liberado con la promesa de portarse bien. Los demócratas debemos celebrar lo que se logra y seguir denunciando lo que falta, unos con más énfasis en la celebración y otros en la crítica, pero sin dividirnos ni descalificarnos rabiosamente.

Trato de aclarar con la siguiente parábola: Unos bandidos secuestraron a tres hermanos y se llevaron 1 millón de dólares. Con presiones y trabajo de personas se logró que soltaran  a un hermano y devolvieran 100.000 dólares. Unos quieren celebrar la liberación del hijo, otros en cambio se indignan más pensando en los dos hijos que todavía están secuestrados y maltratados y en los 900.000 dólares no devueltos. Unos activan su rabia contra los que celebran al liberado (¿olvidando a los dos que siguen secuestrados?), mientras los otros devuelven la agresión a quienes parecen no valorar la libertad conseguida y los dólares recuperados, aunque sean pocos.

La Constitución sigue violada y la ruina nacional en aumento. ¿No somos capaces de comprender que no nos fortalecemos con la inactividad radical y la denuncia de los impolutos, sino con acciones contra  el ilegítimo gobierno de facto? Unos dicen que no se debe tratar con dictaduras ilegítimas, pero todos los días lo hacemos: Renovamos pasaportes, recibimos certificados de estudios, sellos de salida en el aeropuerto, permisos para una actividad empresarial y otras mil cosas… ¿sería sensato negarnos todo eso que viene de un gobierno ilegítimo? Sí que es insensato cantar por ello las glorias de la dictadura o paralizar nuestra acción para salir de ella.

El duro y no corto proceso de recreación política y económico-social exige la participación de millones de venezolanos maltratados e indignados, no solo de media docena de negociadores con el país paralizado. Debemos aumentar nuestra fuerza, unión y claridad sabiendo que Venezuela no volverá a tener futuro con este régimen de hambre y dictadura. Nuestro objetivo -repito- no son las elecciones, sino la reconstrucción de Venezuela y de la vida de  30 millones.  Por eso yo votaré, a no ser que antes ocurra algo especial.

¿No será hora de que el presidente (e) Juan Guaidó y otros líderes de la oposición convoquen a todos los demócratas a votar unidos en noviembre como parte de la movilización y organización en orden a la salida del régimen con otras elecciones y cambios que solo se lograrán con fuerte presión interna y externa?

El Nacional

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