23 de noviembre de 2024 11:40 AM

Leocenis García: Carta al capitán Cabello

Carta al capitán Cabello

Escribo esta carta, acompañado de una llama danzarina destinada a alumbrar la imagen del Arcángel Miguel. Lo hago, con el espíritu sosegado y los pensamientos puestos en el futuro.

Hace unos días a mi llegada a Venezuela, me hicisteis rodear como si yo fuera un delincuente por mercenarios de la Guardia Nacional, en el Zulia, comandados por El G/B Alberto Fermín Ulisse, quien está frente al Comando de la Zona número 11 de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) del estado Zulia, 

Después de apuntarme con un arma, y requisar la camioneta, confiscó mi pasaporte conjuntamente con mi Visa Americana. Terminada la detención, me dio tu mensaje: “Te manda a decir mi Capitan Diosdado Cabello, que los teléfonos y pasaporte te los confisca él”.

Y una vez despojado de mis documentos, supongo celebraste que me había quedado sin el pasaporte que lleva vencido cinco años, porque gracias a tus órdenes no puedo renovar. Y que ya no tendría visa americana. Y ya ves, cómo siempre te ha pasado históricamente conmigo, te vuelves a equivocar.

Yo tendré visa americana. Y volveré a viajar. Tú, por tu manera tan errática de manejarte, no.

Estás quedando como él hazme reír del mundo. Tus bravuconeas con Jorge Rodríguez por haberse reunido con la gente de El Nacional. Inmediatamente ordenado expropiar un edificio para montar una supuesta Universidad, y al día siguiente amenazando a la Patilla con la misma suerte, donde maximo podrás montar un Kínder, porque la oficina que conozco de ese medio, parece un estacionamiento.

No pretendo, como suelen hacer los mercenarios, rematar en la cabeza al contrario cuando ya le ven derrotado, aprovechar el momento para enunciar la tragedia que vives, la cual, por cierto se explica por sí misma. Todo lo que estás demostrando es debilidad. Imagínate, preocuparte por un quitarle un pasaporte y visa, a mi. Es como una pelea muy desigual, Cabello.

Debes entender tu realidad y la del país. Ya ves que, no era verdad que comprando todos los medios de comunicación y persiguiendo a quienes te éramos incómodos, podías reinar a tus anchas

Se puede ocultar la noticia pero nunca desaparecer el hambre, el descontento, los dolores colectivos, y aquellas cosas por las cuales sentimos vergüenza como nación. Se pueden coser los labios de los disidentes, pero no las injusticias que provocan sus gritos.

No es escuchando a tus “ve, corre y dile”, siempre ocupados en el complejo arte de balancearse en los “escrotos” del poder- como ese general Fermín que estoy seguro que sin armas, no me aguanta una mano en la cara- , como podrías librarte de una prensa que no era, no es, y no será el simple timbre de sus dueños, sino el reflejo límpido de la calle y su voz siempre franca.

Seamos honestos de hombre a hombre: te crees dueño del mundo. Nosotros somos insectos a los cuales crees puedes abrir juicios, arengados por unos tumultuarios brigadieres dispuestos a perseguir, injuriar, encarcelar y humillar a tus oponentes.

Crees que somos gente tan insignificante para tu inmenso mazo del poder que, no merecemos ser tratados sino como exiliados en nuestra propia nación.

Mientras nuestros hijos en vela lloraban contemplando cómo hombres armados en el pasado registraban nuestras casas, saqueaban nuestros lugares de jornada y esposaban nuestras manos, los tuyos en cambio, recibían escoltas, brindis y agasajos. 

Ellos tenían la suerte de ser tus hijos, y los nuestros la honra de ser los nuestros.

Pero ya ves, compadre, nos estás subestimando.

Tú, con todos los periódicos, con el papel de prensa acaparado en un poderoso complejo que servía como depósito de la censura, con casi todas las televisoras, es decir, con el poder mediático más grande que jamás se tuvo en esta nación, no puedes con unas páginas web, unos twitteros (porque yo no tengo medios) a las cuales estas viendo cómo te vencen, así como aquellos muchachos al mando de José Félix Rivas que con sueños más que con fusiles, vencieron a Boves en la Batalla de la Juventud.

Qué toca ahora, Cabello . En mi opinión reconocer que, fracasaste, y solo así empezar a escuchar la voz que brota del silencio de la conciencia; al final del día, somos iguales, por más cargos, pantallas y aplausos, que gratuitamente nos ofrezca el mundo.

Si por un instante buscas en los recovecos del mundo, verás que no son tus amigos, esos que te recomiendan “escoñetar” (perdóname la escatología) a todos cuantos te recuerdan que no eres DIOS, ni siquiera un profeta. Eres -y serás -, un simple mortal, al cual un día, se le acabará el poder, y te encontrarás desnudo, como viniste al mundo.

Ahora ya se, que al leer esta carta, volverás a enfurecerte y querrás encarcelarme ,pero yo miro en silencio al pueblo venezolano intentando hacer su propia redención, ahorrándose los mesías. Miro también las familias sin pan, a las madres añorando al familiar que por protestar, por disentir, por hablar, o como en mi caso “por desestabilizar” un gobierno, son perseguidos .

Aun tienes tiempo, Cabello. La mejor venganza que tenemos tus perseguidos, es la de enseñarte cómo actúan quienes tienen el honor que tú jamás conociste.

Suerte.

Prensa Prociudadanos.

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