Estamos ante un cambio social, uno crucial. Ello implica una reflexión filosófica. En cualquier caso es menester tener una visión de conjunto sobre el hombre y el mundo en que actúa. Los fines estrictamente humanos desaparecieron en una sociedad industrial proclive a fomentar una existencia impersonal. Ese es el hombre que heredamos, el mismo que enfrenta la nueva perspectiva y al cual, creemos, hay que señalarle la imperiosa necesidad de conformar una voluntad.
Peter Sloterdijk (Esferas) ha trazado una “imagen de pensamiento” que le permita al hombre ser en el mundo como un espacio de apertura a lo ilimitado. Tenemos a un hombre dominado por la apatía y el conformismo con el consecuencial aplastamiento de la idea democrática. Lo que Sloterdijk busca es un nuevo análisis del dinamismo social (lo cual incluye todas sus facetas) y volver a definir lo que es real.
Esto es, este proceso carece de sentido si no se observa como objeto teórico lo cual implica reconstruir el motivo de la “esfera” y en vías de ejecución en una clave espacial, lo que quiere decir que la cultura en este nuevo mundo abandona un modo unilateral de actuar. Vamos hacia un mundo denso y así cabe definir densidad como la posibilidad de un agente de encontrarse a otro sobre el cual actuar.
Y he aquí el elemento que los lectores seguramente se plantean: como es la estructura de los procesos de decisión. El hombre de la era terminada actuaba en la incertidumbre, una que continúa, sólo que, ahora, el hombre debe pasar a ser uno que está en capacidad de auto aprovisionarse de razones suficientes para pasar de la teoría a la práctica. Y ello implica un proceso deliberativo interior, uno que excede a la aplicación universal de los derechos humanos, por ejemplo, sino de la convicción pragmática de que significa libertad o moral. Así, la comunicación que sustituye a la información adquiere un rango ontológico, porque es de esta manera que el mundo podrá definirse para bien. Y para bien es que esa comunicación sea para poner frente a frente dimensiones donde los grupos sociales se obligan recíprocamente a desistir de actuar por un interés unilateral y, en consecuencia, a procurar, entre todos, el bien común.
No se glorifica esta entelequia llamada posmodernidad ni nadie en su sano juicio añora la modernidad. Se trata de un reconocimiento del presente y de un imprescindible otear en el futuro.
@tlopezmelendez
Síguenos en Telegram, Instagram y X para recibir en directo todas nuestras actualizaciones