“Sábado en la noche. Llego a un centro nocturno y lo veo al entrar. No puedo mirar hacia otro lado. Me gusta ese hombre. Me mira, lo miro. Salgo a bailar con un amigo, y él me sigue mirando… Finalmente, me saca a bailar. Empieza a hablar… piensa igual que yo, de la vida, la política, la música, la amistad y hasta del sexo”.
“De dos extraños, nos transformamos en dos personas que tienen la impresión de haberse conocido por años. Me siento deseada, viva. A las tres de la madrugada, me entero de que es casado. Me lo dijo él. Parece increíble, pero ya no puedo hacer nada, sencillamente estoy enamorada”.
“Lo oigo, y me derrito como mantequilla en pan caliente. Lo veo y se me olvida todo. Siempre termino en sus brazos. Cuando estoy a su lado, todo tiene sentido. Cambiaría mi vida entera por las horas que pasamos juntos. No puede ser malo, es como estar en el cielo”.
Una y otra vez oigo historias como esta en mi consultorio. A veces, ambos son casados.
¿Cuál es el secreto del adulterio o la infidelidad? ¿Qué lo hace tan divino y criticado? ¿Cuál de los dos está disponible, y por qué? ¿Qué ha pasado durante ese instante en que parece haberse replanteado toda la vida como un relámpago?
Precisamente, ese es el secreto: hacer que el ensueño sea más fuerte que la realidad, que dure más allá de lo posible; renovar la embriaguez, cuya sensación no puede reproducir ningún alcohol en la tierra.
Los dolores y las alegrías del corazón son tan viejos y eternos como los seres humanos. La felicidad es como una sombra astuta que parece estar al alcance de la mano, que huye cuando nos acercamos, que nos persigue cuando intentamos escapar de ella y que, durante un instante, permanece suspendida como un milagro. Todos quisiéramos descubrir el secreto del amor para reproducirlo a voluntad y hacerlo eterno.
La rutina, la cotidianidad, el día a día, es gris… y en cada encuentro con ese ser, es como si se prendieran fuegos artificiales. Existen buenas y malas razones para el adulterio, pero, en el fondo, sigue siendo el mismo. Su papel consiste en satisfacer una carencia real y objetiva, o imaginaria y subjetiva; dificultad para soportar la vida tal como el destino la ha hecho. Encierra un doble beneficio: por una parte, colma el vacío existente; por otra, alimenta la ilusión de que todo es posible. Y es esta función de ilusión lo esencial en el adulterio. Pero no es sólo ilusión. Nos da una visión del amor y la pareja muy auténtica y enriquecedora, mostrándonos el amor con sus equivocaciones y ambigüedades. Nos estruja en la cara la grandeza y los límites del amor (El adulterio, Bernard Muldworf).
Todo esto ocurre gracias al deseo, la química que nos empuja, embruja y enloquece por otro ser humano. El adulterio y la infidelidad siguen siendo criticados, perseguidos, censurados, pero son terriblemente populares… y están en aumento. ¡Todos podemos caer en sus garras!
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