23 de noviembre de 2024 6:32 AM

Roberto Hernández Montoya: Depredadores sexuales

Roberto Hernández Montoya

Hay un contraste radical entre chavismo y oposición: cuando enferma o muere una personalidad bolivariana la oposición monta una fiesta pérfida que mezcla afrenta y regocijo sádicos, como sádica es su dirigencia millennial. Lo muestra su conducta machista y brutal, valga la redundancia, así como su escarnio supuestamente humorístico de toda decencia, de toda inocencia. Y no tiene que ser chavista, pues pasó también con Dave Capella y su padre, cuando acababan de fallecer por covid-19. De parte del chavismo hay silencio respetuoso cuando enferma o fallece una personalidad opositora. Revela calidad o miseria humanas el comportamiento ante alguien en la indefensión de la muerte.

Defino fascismo como ‘odio en estado puro’. De ahí la “estética” de los podcasts de ciertos millennials de oposición. Míralos, no me tienes que creer a mí. Cuidado, pueden ser trágicos.

El fascismo español llama a la inmigración “estercolero multicultural”. Esa poesía putrefacta es la más clara y distinta carta de presentación del fascismo y sus empresas filiales, nazismo, franquismo, uribismo, Leopoldo López, MariCori, “profesor” Briceño. Solo la tragedia de la familia del cura Biaggi en los 60 fue comparable.

¿Por qué el franquismo envía amenazas de muerte con balas y sangre? ¿De dónde emanan Amanecer Dorado, Frente Nacional, nazis ucranianos, trumpismo, terraplanismo, Guaidó? Vox no solo está contra la inmigración, sino contra las mascarillas, exculpa la violencia de género, la violación y demás esparcimientos de la dirigencia millennial, que entre una violación y otra escribe discursos a Guaidó.

Fascismo es también ‘capitalismo en pánico’. No me gusta predecir su caída porque es presagio poco certero. Pero el capitalismo se lo cree y ataca con paracos, asaltos al Capitolio, quema vivo a Orlando Figuera y excusa a rockeros violadores. Se pone como loco y no le importa hacer el ridículo de Blinken ante la diplomacia china en Alaska.

La burguesía financió a los esperpentos Mussolini, Hitler, Franco y demás energúmenos no por ínfimos menos patanes, como el colaboracionismo francés y rumano.

La gente de quien más me cuido es de la que no tiene amor propio, que no le da vergüenza la Operación Gedeón ni aclamar al Coqui.

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