Siempre me mantengo atenta al quehacer de los venezolanos en la diáspora: me estimula ver la forma en que se entretejen relaciones entre los migrantes y el contexto en que se establecen, y no deja de maravillarme la forma tan creativa en que desarrollan habilidades para “reinventarse” o , para “reconvertirse laboralmente”, que es la expresión técnica.

Los casos que más me entusiasman en este proceso de brain gain son los de personas jóvenes, que, quizá con un perfil profesional menos consolidado en razón de su edad, deciden emprender.

Tal es el caso de Rodrigo Pestano, quien ha acometido con éxito un proyecto, que constituye una referencia en su ramo y que incorpora valores como la sostenibilidad, la creatividad y la innovación: Malandro Customs.

La empresa especializada en la personalización y creación de calzado a medida, y ofrece soluciones de limpieza y restauración de prendas, lo que contribuye a reducir el impacto que tiene la industria de la moda en el medio ambiente.

Danny Ocean, Akapellah, Big Soto y el creador de contenido Lucho Mosqueda se cuentan entre los artistas venezolanos que se identifican con la propuesta y se han convertido en embajadores de la marca, pero también se ha sumado la tienda The Sole Club Bilbao con propuestas para organizaciones tan importantes como el Tour de Francia.

¿Cuál es la historia de este venezolano que, a sus 29 años, se ha posicionado como figura de referencia en el ramo de la customización?

“Mi historia es similar a la de muchos migrantes” – señala Rodrigo. “Salí de Venezuela en 2015, en busca de un futuro mejor. Pasé por Panamá, donde viví como migrante indocumentado, realizando diversos trabajos honestos, pero mal remunerados. A pesar de las dificultades, conservé mi determinación y ahorré cada centavo. Ahora, tengo a mi familia a mi lado, he establecido mi propio negocio y vivo del arte que amo. Nunca imaginé que llegaría hasta aquí, pero aquí estamos, dándole vida a mi idea”.

Lo más interesante en el caso de Rodrigo es la capacidad para crecer a partir de una idea del todo novedosa: “La idea de mi negocio surgió después de personalizar mi primer zapato deportivo. Al investigar sobre este arte en Venezuela, noté que existía un vacío en el mercado. Decidí aprovechar esta oportunidad para llenar ese espacio que aún no estaba ocupado por nadie”, explica.

De hecho, Rodrigo ha edificado su próspera empresa partiendo de un formato no convencional: “Al unir mis pasiones, se abrieron puertas para mí. Creo que el sistema educativo solo ralentiza el proceso y te hace parte del montón, sin garantizar empleo. En la actualidad, contamos con herramientas y libre información para formarnos como profesionales sin depender de un sistema educativo obsoleto y caducado“.

En cuanto a lo que ofrece al mercado español, Rodrigo está consciente de que lidera un negocio innovador, que brinda servicios y soluciones personalizadas a cada cliente, con el valor añadido del arte y la exclusividad: “Con nosotros, puedes darle una segunda vida a tus prendas, ya sean zapatos o ropa, agregándoles un toque de personalidad única, mientras contribuyes con el medio ambiente, al reciclar tus prendas y darles una segunda oportunidad. En cuanto a la parte fiscal, cumplimos con nuestras obligaciones tributarias como cualquier empresa española, y contribuimos al desarrollo del país, al ofrecer oportunidades laborales a otros artistas para que trabajen en lo que les apasiona”.

No puede ser más inspiradora la trayectoria de este empresario que concluye: “Sueño con tener mi propio estudio en Venezuela y trabajar desde el calor de mi tierra, tener mi casa y enviar pedidos a todas partes del mundo.”

linda.dambrosiom@gmail.com

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