22 de noviembre de 2024 11:38 AM

Trump, condenado a pagar 355 millones de dólares por inflar el valor de sus propiedades

La estricta legislación antifraude de Nueva York, en vigor desde hace más de seis décadas, ha alcanzado a Donald Trump en una semana convulsa para el republicano desde el punto de vista judicial.

Un día después de que se confirmara la fecha del 25 de marzo como inicio del primer juicio penal contra un expresidente de EE UU, por el caso Stormy Daniels, el candidato favorito a la nominación republicana para las elecciones presidenciales de noviembre ha sido condenado este viernes a pagar 354,9 millones de dólares (unos 330 millones de euros) por exagerar su patrimonio neto para obtener préstamos favorables, un delito del que ya había sido declarado culpable en septiembre.

La lista de activos inflados incluye su apartamento en la Trump Tower de Manhattan, su finca de Mar-a-Lago y varios campos de golf, entre otros.

Aunque a diferencia de las cuatro imputaciones penales en su contra el de Nueva York era solo un juicio civil, la reputación de Trump como empresario de éxito —su principal reclamo cuando dio el salto a la política— se ha visto seriamente menoscabada, por no hablar del varapalo a sus intereses: la prohibición de dirigir cualquier empresa en Nueva York, la sede de su emporio, durante tres años.

Para poner en contexto el fraude de la Organización Trump, la agencia AP revisó casi 150 casos denunciados desde que se aprobó en 1956 la ley neoyorquina de “fraude reiterado”.

La evaluación demostró que, en casi todas las ocasiones, las víctimas y las pérdidas eran factores clave. Los clientes víctimas de un fraude habían perdido dinero, habían comprado productos defectuosos o nunca habían recibido los servicios solicitados.

Es más, las empresas investigadas fueron intervenidas casi siempre como último recurso para detener un fraude en curso e impedir nuevas víctimas.

Entre los fraudes más sonados, según la investigación de AP, había un falso psicólogo que vendía tratamientos dudosos, un falso abogado que prometía a estudiantes conseguir plaza en la facultad de Derecho, y empresarios que comercializaban asesoramiento financiero, pero que en realidad estafaban a la gente con las escrituras de sus casas.

Vendedores de crecepelo, en suma, con cuyo perfil no coincide en principio la figura de Trump, aupado sobre su excelencia empresarial en el programa de telerrealidad El aprendiz, que le sirvió de trampolín a la Casa Blanca en 2016.

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