Roberto Hernández Montoya
La inteligencia artificial suele ser más artificial que inteligente, pero a medida que aumenta su discernimiento aumentan sus amenazas. Aunque peor es la brutalidad artificial.
Tu teléfono capta tus desplazamientos y un algoritmo deduce tus patrones de actividad, lo que podría ser alentador o alarmante. Escalofriante incluso, que ríete del Gran Hermano. Otros patrones pueden ser tus signos vitales, tu uso del subjuntivo, tus hostilidades en redes sociales, tus horas de sueño y vigilia, tu conducta en el auto o a pie, las personas en tu entorno, amistades, familia, desconocidas. La cercanía asidua de ciertas gentes puede detectar quienes te siguen, por ejemplo.
Las posibilidades son infinitas y una mente perversa podría diseñar modos perversos de vigilarte, controlarte, dañarte, seducirte, disuadirte, persuadirte, inducirte, conducirte, reprimirte, oprimirte, deprimirte, cazarte, desviarte, orientarte, desorientarte, confundirte. Aunque no tiene que ser dañino, pues puede expandir tus opciones, tu vida social, tus estudios, ampliar tu experiencia artística, intelectual, afectiva, financiera, política, sexual. Si te gusta el seis por derecho tu celular puede sugerirte artistas afines que no conoces. Igual con consumos en cine, literatura, vivienda, deportes, gastronomía, moda, ocio…
Sin contar que no es a ti solamente que se dirige la IA, sino a quienes son como tú por edad, sexo, nacionalidad, tendencia política, educación, gustos, clase… Para cada grupo hay políticas para esto o aquello.
Se está practicando un novísimo cuatrerismo: asaltar archivos digitales, historias médicas, pesca (phishing) de tus datos personales, para saquearte las cuentas, extorsionarte con información confidencial, fotos íntimas, secuestrarte toda tu información digital para extorsionarte un rescate, lo que no te garantiza que no se queden con ellos para cualquier maldad ulterior que se pueda ofrecer.
El problema no es la inteligencia artificial sino utilizarla para la malquerencia. Porque ahí está el punto: la inteligencia artificial es inocente, como un martillo con que se puede hacer el bien o el mal, según quien lo tenga en su mano. Culpar la inteligencia de esas amenazas es acusar a quien no es.