Los derechos sexuales son, en su mayoría, letra muerta en algunos lugares de este mundo.
Por ejemplo, el principio que reza “Toda persona tiene derecho a contraer o no matrimonio civil y a disolver dicha unión y a establecer otras formas de convivencia sexual” es bien controvertido en varios países. El discurso de iglesias y personas está dirigido a una familia y a una pareja que en realidad no existen. La verdad, en cuanto a matrimonio, es que la inmensa mayoría vive en unión libre y no podemos seguir ignorando a estas parejas y familias.
Otro ejemplo: “La reproducción biológica es uno de los elementos que conforman la sexualidad humana, pero no es su único fin. Reconocemos el derecho al ejercicio de la sexualidad sin finalidad reproductiva”. Aún se discute el uso de anticonceptivos y existen voces que todavía hablan de que la única finalidad de la sexualidad es la reproducción. Demuestran así estar profundamente desfasados con lo que pasa en el mundo y con la idea de lo que debe ser una sexualidad integral, que es un derecho y un ejercicio de todo ser humano. La sexualidad es un regalo de Dios, al que todos debemos tener acceso, sin limitaciones.
Pero, sin lugar a dudas, el más controversial de estos principios es: “En lo referente a las enfermedades de transmisión sexual, el aborto y la anticoncepción las autoridades han de orientar sus decisiones desde la perspectiva de la salud pública, y no desde los conceptos morales o religiosos particulares de cualquiera de las asociaciones religiosas que existen”.
Ese es un tema sumamente preocupante en República Dominicana, con el aborto prohibido y un índice a nivel escandaloso. Esto contribuye a que cada año mueran miles de mujeres por abortos mal practicados. La decisión de continuar o no un embarazo es algo sumamente personal, que debe ser respetado. Lo importante es prevenir los no deseados, y eso sólo se logra con una buena educación sexual y con una política de control de natalidad. Ambas cosas son sumamente criticadas y saboteadas por la iglesia en mi país natal.
No podemos seguir parando el desarrollo de nuestro pueblo, ni guiando a la juventud con conceptos divorciados de la ciencia. Creemos firmemente que los seres humanos deben ser educados con la verdad científica, que casi nunca está divorciada de lo que debe ser una teoría sobre la moralidad. Para mí, lo moral es no dañar al otro, respetar y educar seres completos, que sepan que deben ser considerados con los demás.
Lo moral es educar a la juventud en una sexualidad responsable, prepararlos para una relación de pareja y para el disfrute de su sexualidad. Todo lo que se aleje, lleva precisamente a los jóvenes a conductas que dañan a los demás y a sí mismos.
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