Según enseña la FAO (2023), los escolares y adolescentes “necesitan una buena dieta para crecer, desarrollarse, protegerse de las enfermedades y tener la energía para estudiar, aprender y ser físicamente activos.” Así los programas de alimentación escolar bien gerenciados, garantizan los derechos de los niños y adolescentes a la alimentación, la educación y la salud. Para ello la comida escolar debe ser saludable o sea capaz de prevenir la malnutrición en todas sus formas, incluidas las enfermedades no trasmisibles (ENT) relacionadas con la dieta. De allí que debe contener una selección equilibrada y diversa de alimentos de los distintos grupos, satisfaciendo las necesidades energéticas, de macronutrientes (proteínas, grasas e hidratos de carbono con fibra alimentaria) y de micronutrientes esenciales (vitaminas, minerales y oligoelementos).
En Venezuela el manejo de la alimentación escolar ha sido gubernamental desde 1969, reimpulsado en 1996 y últimamente desde mediados de 2021 reforzado por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas que opera directamente en el interior del país asistiendo escuelas en los estados Barinas, Trujillo, Yaracuy, Anzoátegui, Monagas, Delta Amacuro y Sucre.
Siendo de fundamental importancia para mejorar además de la salud, el rendimiento y aprendizaje, garantizar la asistencia a clases y evitar la deserción escolar, la comida escolar no puede fallar. Lamentablemente la burocracia, el centralismo, la ineficacia gerencial pública y la corrupción, atentan contra el éxito de la alimentación escolar en el país. En 2022 la encuesta Encovi alertaba sobre las interrupciones del suministro diario de comida escolar en algunos planteles, como de entregas parciales. Igual de preocupante es la variedad y calidad de alimentos ofrecidos, con más carbohidratos y menos proteínas y vegetales.
Siendo obvio que los alimentos ricos en nutrientes, como son los de origen animal, y las frutas y vegetales son más caros que los alimentos básicos, la comida escolar exige de presupuestos adecuados. Además, debido a que la inflación de alimentos los encarece, solo la actualización presupuestaria permite mantener la calidad y variedad de la comida escolar.
Porque la inseguridad alimentaria en Venezuela refleja el serio problema de acceso a los alimentos por parte de la población hoy 95% pobre, la crisis humanitaria obliga el auxilio alimentario de la población. Esto advirtiendo que tal como sentenciara Sir John Boyd, primer Director General de la FAO y Premio Nobel de la Paz, “Si la gente tiene hambre, necesita alimentos; si está mal alimentada, necesita buenos alimentos”. Por eso es de destacar aquí, la observación de los investigadores nacionales Maritza Landaeta-Jiménez y Marianella Herrera Cuenca, (Agroalimentaria Vol. 28, No 55 jul-dic 2022): “La dieta en amplios sectores de la población es deficiente en proteínas, calcio, zinc, vitamina B12 y ácido fólico. El patrón de alimentación determinado por los alimentos del CLAP básicamente contiene carbohidratos, muy pocas proteínas de origen animal, algunas leguminosas y grasa; promueve así una dieta deficiente, que apenas alcanza para una semana en una familia de cinco miembros y aporta a lo sumo unas1.200 calorías. La población que sobrevive está subalimentada y padece hambre crónica, que va minando su capacidad física y funcional”.
Como sea que nuestros niños escolares y adolescentes son parte de esa familias mal alimentadas y hambreadas, la importancia de la comida escolar saludable en su calidad y variedad es inmensa. Desde los gremios nacionales de ganaderos y de veterinarios recuerdo permanentemente abogamos por la inclusión permanente de la leche y la carne y sus subproductos de producción nacional, en la alimentación escolar. Y es que nada mejor que la proteínas de la leche y la carne para asegurar una dieta saludable a nuestros niños escolares.
Fallando crónicamente los programas oficiales de alimentación escolar también en la logística y la falta de comedores debidamente dotados en las escuelas, observamos con atención el ejemplo y pauta favorable de la estrategia del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, de rehabilitar los comedores y cocinas escolares, capacitándola al personal en prácticas de inocuidad alimentaria para servir comidas calientes saludables. Para ello el PMA gerencia en forma autónoma su propia cadena de suministro, desde la compra de comida hasta su distribución en las escuelas.
Como vemos con la ayuda del PMA, mejora la perspectiva de la alimentación escolar en Venezuela. Siendo la organización más grande en la lucha contra el hambre en el mundo, si el país aprende de ella, en adelante la comida saludable no faltará ni fallará en las escuelas.
ppinate@gmail.com
Síguenos en Telegram, Instagram y X para recibir en directo todas nuestras actualizaciones