El agua y la función cerebral están más relacionadas de lo que pensamos. A menudo ingerimos este recurso vital pensando en nuestros riñones, en nuestro hígado e incluso en el corazón. Sin embargo, olvidamos algo esencial: el órgano de nuestro cuerpo que más energía necesita es el cerebro.
Ahora bien, más allá de si debemos beber entre 7 u 8 vasos diarios, lo mejor es no ponerse una meta obligada, puesto que cada organismo tiene unas necesidades en función de su actividad. Lo ideal es mantenernos hidratados a lo largo del día, y para ello, nada mejor que beber pequeños sorbitos de agua a cada hora, sin cansarnos, sin llenar nuestro estómago de forma desmesurada.
Es así como todo nuestro organismo se armoniza por dentro para poder rendir por fuera. Hoy en nuestro espacio queremos explicarte los fabulosos efectos que algo tan sencillo como beber agua produce en tu cerebro.
1. Tu cerebro funcionará más rápido
Nuestro cerebro depende de la correcta hidratación para funcionar de forma eficaz. Las células de este órgano requieren de un delicado y preciso equilibrio entre el agua y diversos elementos para rendir como debe. Algo de lo que deberíamos concienciarnos es de lo siguiente: nada más levantarnos es necesario beber un vaso de agua.
Hemos pasado entre 7 y 9 horas durmiendo y, aunque no hayamos sudado, ello no significa que no hayamos perdido agua. En cada respiración profunda expulsamos humedad, y ese efecto acumulativo genera que el cerebro, al llegar a la mañana, esté deshidratado. Solo con tomar ese vaso de agua y servirnos un desayuno rico en fruta, potencia al máximo su rendimiento.
2. Mejorarás tu concentración
Las personas no solemos notar la deshidratación. Solo en casos más extremos, cuando ya aparecen los mareos o la piel se seca es cuando percibimos las señales de alarma.
Sin embargo, nuestro cerebro es el primero en notarlo. La atención baja, se economizan recursos, la memoria de trabajo pierde agilidad, nos cuesta concentrarnos y no reaccionamos tan rápido a los estímulos.
Queda claro, no obstante, que beber café o té también pueden ayudarnos. Sin embargo, no podemos consumir estas dos bebidas de forma constante a lo largo del día. Es necesario que cada 45 minutos tomemos un sorbo de agua. Este es el intervalo a partir del cual nuestra atención decae..
3. Te ayuda a equilibrar el estado de ánimo y las emociones
Puede que te resulte curioso relacionar el agua con nuestro bienestar psicológico. Todos sabemos, por ejemplo, que pasar unas horas frente al mar y sentir su aliento, escuchar su rumor y aspirar su inmensidad salina relaja. No solo el efecto visual del agua revierte sobre nuestras emociones, también su ingesta regula nuestro mundo emocional.
Lo hace de un modo muy sencillo: mejora la temperatura del cerebro, elimina toxinas y células muertas y equilibra nuestros procesos químicos para ejercer una especie de reinicio mental. Ahora bien, no se trata en absoluto de beber dos vasos de agua seguidos, como quien busca un tratamiento rápido y efectivo.
Debemos hacer lo que hemos señalado con anterioridad: mantener la hidratación, beber pequeños sorbos para que, de ese modo, nuestras células se mantengan activas y encuentren un adecuado equilibrio con el cual, regular el estrés y la ansiedad.
4. Beber agua te ayudará a dormir mejor
Es posible que beber un vaso de agua antes de dormir te obligue a tener que levantarte a media noche para ir al baño. Sin embargo, acostumbrarnos a esta sencilla rutina de beber, aunque sea, medio vaso de agua antes de acostarnos, nos facilitará un descanso mucho más reparador.
El agua mejora la circulación sanguínea hacia el cerebro, lo oxigena y lo hidrata. Asimismo, no podemos olvidar que el agua elimina las sustancias de desecho y, a nivel cerebral, estas tareas son imprescindibles para propiciar un equilibrio neurológico básico. Ponlo en práctica a partir de ahora y descubre si te ayuda a dormir un poco mejor.
5. Tu memoria mejorará
No podemos olvidar que por muy leve que sea nuestra deshidratación, al instante se produce un desequilibrio homeostático. Una de sus consecuencias es una bajada de la agilidad en nuestras capacidades cognitivas: nos cuesta más memorizar cosas, inferir información, sacar conclusiones, facilitar un recuerdo a largo plazo…
Así pues, tenlo muy en cuenta: pon una botella de agua en tu bolso y ve bebiendo a lo largo del día. No te obligues a tomar esos 8 vasos diarios, basta solo con estar siempre hidratados. Vale la pena cumplir con este pequeño esfuerzo cotidiano.
Con información de Mejor con Salud
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