Birmania se está hundiendo en un «espiral interminable de violencia» caracterizada por matanzas y ataques aéreos por parte de la junta, militar según un informe publicado el martes por el Alto Comisionado de derechos humanos de la ONU.

Desde el golpe de Estado de febrero de 2021 contra Aung San Suu Kyi, el conflicto entre los militares y grupos de opositores políticos y rebeldes étnicos dejó al menos 4.000 muertos.

«Un espiral aparentemente interminable de violencia militar está consumiendo todos los aspectos de la vida en Birmania», concluyó la oficina del Alto Comisionado de la ONU, que realizó más de 160 entrevistas entre abril de 2022 y julio de 2023.

La agencia constató un «aumento significativo» de las violaciones graves de los derechos humanos, con 22 incidentes en los que murieron diez o más personas, principalmente en las regiones centrales.

El recurso cada vez mayor de los militares a los ataques aéreos siembra el temor entre la población, objeto de ataques en varias ocasiones, como en abril (150 muertos) en un bastión de la resistencia.

Los soldados violaron y ejecutaron fuera de todo marco legal a hombres, mujeres y niños en aldeas sospechosas de albergar o apoyar a opositores, destaca la ONU.

Algunos exhibieron cadáveres «decapitados» para aterrorizar a los habitantes, agrega el informe, haciéndose eco de informaciones publicadas por los medios de comunicación locales y una oenegé.

Cerca de 24.000 casas y viviendas fueron incendiados este año en el marco de la estrategia de represión orquestada por la junta militar contra sus adversarios, a quienes trata de «terroristas».

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