Luego de una reciente entrevista con el Dr. Víctor Rago Albujas, entendí que el nuevo Rector de la UCV cuenta con la inteligencia y la sensibilidad para corregir viejos errores en el protocolo y ceremonial que la UCV ejecuta en sus diferentes actos solemnes y, algunos, de rutina académica. Rago es un hombre culto, que comprende necesidades como la de convertir a la Casona Ibarra en un Museo Universitario y apoyar el trabajo arqueológico que allí desarrolla el Dr. Carlos Martín. Como también apoya recuperar el abandonado Archivo Histórico de la UCV, uno de los principales de Venezuela. Y también, en consecuencia, rescatar en lo posible el protocolo y el ceremonial universitario, que ha sido tan desvirtuado desde el siglo XIX.
Desde 1721 hasta la década de 1870, por siglo y medio, la Universidad de Caracas, hoy UCV, contó con un sistema ceremonial y de Protocolo propio y auténtico, inspirado en las Universidades de Salamanca (España) y de Santo Domingo (Caribe), los actos solemnes que se realizaban en la Capilla Universitaria o en el templo de San Francisco, destacaban por su riguroso ceremonial y respeto a las tradiciones y precedencias, ya tratase de actos de graduación, de juramentación, de toma de posesión, de reconocimiento a leyes y personas, etc. Desafortunadamente, desde 1870 con la tiranía del general Guzmán Blanco, que se prolongó como dominio hasta 1888, el protocolo y ceremonial de la UCV sufrieron despojos considerables, pues la Universidad no solamente perdió su autonomía académica y administrativa, así como sus bienes rentales; sino que se le disminuyó su simbología ceremonial, bajo una tiranía liberal que no admitía otro protocolo que el de la “Adoración Perpetua” del propio Guzmán, quien se hizo levantar estatuas, títulos y reconocimientos, que, al poco tiempo, serían derribados por los propios estudiantes.
Desde 1937 en adelante, el Rector Dr. Antonio José Castillo, comenzó a recuperar el antiguo ceremonial con algunas variantes nuevas al estilo de las universidades norteamericanas, derogando el paltó Levita y la medalla dorada impuesta por Guzmán y reinstalando la ceremonia de grado con la Toga y el Birrete. Pero ese proceso se estancó al calor de los sucesos políticos entre los años de 1945 y la década de 1960. Pese a que ya le hemos advertido a los Jedes de Protocolo de la UCV sobre la necesidad de rescatar el protocolo y ceremonial en base al estudio histórico de esos procesos, se siguen cometiendo errores en aspectos como la Precedencia. Esto es, que la Facultad más antigua de la Universidad de Caracas (UCV) es la hoy Facultad de Humanidades y Educación, o Facultad de Filosofía, Artes y Letras y el segundo lugar, le correspondería a la Facultad de Derecho (FCJyP) y el tercero a la Facultad de Medicina, ya descartado que la Facultad de Teología no funciona desde mediados del siglo pasado.
La Cátedra de Gramática, la más antigua de Venezuela operaba desde 1592, en Caracas, por disposición del Rey Felipe II, la Cátedra de Filosofía y las teológicas, etc. ya funcionaban en el antiguo Colegio Seminario de Santa Rosa, fundado por el Obispo Antonio González de Acuña desde 1673. Las Cátedras de dicho Colegio pararon a la estructura de la Real Universidad de Caracas en 1721, por Real Cédula de Felipe V (pontificia desde 1722), y el primer Graduado de la Real y Pontificia Universidad de Santa Rosa de Lima de Caracas, fue el Bachiller, Licenciado y Doctor Antonio de Tovar y Bañes Solórzano1 en el mes de agosto de 1725, con títulos en Filosofía y Teología, ambas ramas propias de las Humanidades, pensamiento humano sobre Dios y la realidad.
Por todo ello es obligante para que el primer puesto en las ceremonias. eventos, desfiles y reuniones del Consejo Universitario le corresponda al Decano de la Facultad de Humanidades y Educación, por ser la más antigua en precedencia y, el segundo lugar, al decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, el tercero a la Facultad de Medicina y, así sucesivamente según la antigüedad. La antigüedad es un valor respetado siempre en las distintas religiones, en el mundo militar, empresarial y en las grandes Universidades del mundo; pero la ignorancia de la historia nos ha llevado a estas descomposiciones innecesarias.
De la misma manera, los actos de colación de grados son, muchas veces, desconsoladores. No se respeta allí la precedencia, ni se ha respetado la unidad del Acto de Conferimiento desde hace mucho tiempo, en el que el Rector y el Decano respectivo deben imponer la Medalla y conferir el Título en un mismo Acto. Ello no solo ahorra trabajo y esfuerzo a las autoridades y graduandos, sino que la da mayor peso real y simbólico a un acto que, en sí, es uno solo, no se trata de dos graduaciones. También ello evitaría la falla de solemnidad que, en el pasado, han impuesto algunos decanos, concediendo permiso a familiares, amigos, novios, etc. imponer la medalla al graduando, lo que le resta significado académico al Acto, un momento que es en realidad una investidura universitaria para toda la vida y que la Ley y la tradición autorizan solamente a la autoridad universitaria para conferirlo. Pues se trata de una especie de “Matrimonio” entre el graduando y la Universidad, que solo se disuelve con la muerte.
Hay muchos otros aspectos a considerar en este tema, en los que la Licenciada Isabel Pinto, experta en Protocolo en la Facultad de Farmacia, puede asesorar mejor que mi persona. Algunas de ellos relativos a situaciones difíciles, como, por ejemplo, se trata del color de la Facultades, lo que es una materia ya trabajada por grandes expertos como la Dra. Águeda Rodríguez Cruz de la Universidad de Salamanca, quien vivió y estudio en Venezuela. Sus investigaciones aclaran que en la profundidad de la tradición universitaria el color Verde era para la Facultad de Cánones, El Rojo para la de Leyes, el Blanco para la Teología, el Amarillo para la Facultad de Medicina y el Azul para las Humanidades; Artes, Letras, Filosofía, Historia, Filología, etc.
No se trata de asuntos menores, sino de un ceremonial y protocolo que debe defender la identidad de nuestro acervo histórico universitario y nacional. Obviarlo sería como permitir que un soldado Cabo porte las mismas insignias que un general en jefe o que un Monaguillo oficie la eucaristía. Aunque la ignorancia sea libre y soberana en muchos escenarios.
ANB Cronista UCV.
1 Archivo Histórico de la UCV, Caracas, Libro de Actas de Grado, 1725 1850, Tomo 33, folio1.
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