El presidente de Kirguistán, Sooronbai Jeenbekov, anunció su renuncia, tras una manifestación de diez días debido a la violencia y la agitación política tras las controvertidas elecciones legislativas.

Entre tanto el mandatario afirmó: «No me aferro al poder, no quiero entrar en la Historia de Kirguistán como el presidente que provocó un derramamiento de sangre. Por eso he decidido dimitir».

Jeenbekov, había prometido la semana pasada que dejaría el poder cuando el país recuperara la estabilidad. Pero, después dijo que esperaría la celebración de nuevas elecciones legislativas.

Los resultados de las elecciones del 4 de octubre, se anularon tras violentas manifestaciones y grupos de oposición que ocuparon varios edificios oficiales.

Jeenbekov decidió renunciar este jueves, presionado por el primer ministro elegido por el Parlamento, Sadyr Japarov.

«Para mí, la paz en Kirguistán, la integridad de nuestro país, la unidad de nuestro pueblo y la paz en nuestra sociedad son lo más importante», dijo el mandatario.

Sadyr Japarov estaba en la cárcel hasta la semana pasada por haber tomado como rehén a un gobernador regional. Fue liberado por sus adeptos, hizo que su condena fuera anulada y se impuso como primer ministro ante la presión de sus partidarios.

Kirguistán es el Estado más plural pero también el más inestable de todas las antiguas repúblicas soviéticas de Asia central. Desde su independencia ya vivió dos revueltas y tres presidentes terminaron encarcelados o en el exilio.