Recientemente fue aprobada por el Parlamento nacional la Ley Orgánica de Zonas Económicas Especiales (Lozee). Una poderosa herramienta que regulará en materia de estímulos económicos y fiscales para la exportación de bienes y servicios, satisfacción de necesidades internas y el desarrollo de eslabones en la cadena de producción con captación estratégica de inversiones complementarias – nacionales y extranjeras.
El principal referente – teórico y práctico – de las ZEE lo encontramos en la exitosa trayectoria económica que ha venido registrando China durante los últimos 40 años, incrementando notablemente el producto interno bruto, la expansión y crecimiento de diversas actividades económicas (manufacturas, alimentos, agroindustria, energías, entre otras) con alto desarrollo tecnológico. Al punto que hoy día se considera en la literatura económica que el gigante asiático es la “fábrica del mundo”.
Este instrumento normativo introduce significativos cambios en la concepción de la política económica de cara a la reconstrucción y reimpulso del aparato productivo. En una economía que se ha caracterizado, en los últimos años, por los profundos desequilibrios generados por las limitaciones y medidas coercitivas promovidas a partir del bloqueo económico, que profundizaron los problemas estructurales inherentes a una economía rentista y subdesarrollada cuyos actores económicos históricamente han existido gracias a la captación de renta petrolera.
La Lozee constituye un aporte a la ruta clara del modelo de acumulación postrentista que plantea la Revolución Bolivariana, liderada por el presidente Nicolás Maduro, sustentada en la valoración estratégica de la diversidad que supone el entramado económico, social y natural de cada territorio adaptando las políticas a la dinámica interna de cada uno de ellos en función de un conjunto de aspectos inherentes a las variables económicas, sociopolíticas, socioculturales, entre otras, que aseguren el desarrollo cualitativo del modelo económico socialista.
Como todo cambio genera resistencia, era de esperarse la reacción de los eruditos -de izquierda y derecha- anquilosados en modelos y fórmulas alejadas de la realidad, quienes han enfilado baterías contra el referido instrumento con el propósito de generar incertidumbre en los agentes económicos. Ante ello, necesario es retomar los espacios y vocerías – en todo el territorio nacional -generando el debate en materia económica.
Que no quepa la menor duda que el Gobierno que preside el Presidente Maduro representa la paz y la estabilidad, pero, sobre todo, la garantía de que todas las decisiones económicas de cara a la nueva realidad mundial que se prefigura en el horizonte inmediato con el ascenso vertiginoso de las economías emergentes, tiene como eje central la vida humana. La calidad de vida (salarios, estabilidad de precios, crecimiento económico, entre otras) la vamos a recuperar en la medida que podamos industrializar y diversificar el aparato productivo.
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