28 de septiembre de 2024 1:21 PM

Me equivoqué

Tengo por costumbre reconocer cuando me equivoco, independientemente de los costos que eso me acarrea y eso me ha pasado con el tema de los electores venezolanos, residentes en Colombia, que participarían en la elección primaria de la oposición prevista para el próximo octubre.

Haciendo cuentas del número de connacionales que, según las cifras de Migración Colombia, residían en el país y adicionalmente, tomando como parámetro la discriminación por edad que el mismo ente tenía en su página web de nuestros paisanos en esa tierra de Nariño y Caldas, estimé en cerca de dos millones el número de electores potenciales.

Conociendo esa población por formar parte de esa diáspora, además porque la he asistido humanitariamente desde el punto de vista legal estos últimos seis años y finalmente porque en alguna medida comparto con ella algo de las limitaciones de la misma, sostuve que los candidatos que cifraban sus esperanzas de triunfo en el votante del exterior cometían un error pues, en el caso de Colombia los inscritos llegarían a 100 mil, lo que afirmé a distintas personas amigas y allí mi error. No llegaron esa cifra. Fueron casi 56 mil.

Con ese número de inscritos, prefiero no sacar porcentaje alguno de participación en atención a la población electoral venezolana en este país. Llamo si la atención al hecho de que, pesimista como lo fui del número de potenciales inscritos, este se redujo respecto de mi creencia en un 44%.

La primaria no es un tema que preocupa al migrante del común. La cifra de inscritos lo refleja.

Esta se corresponde a los políticamente motivados que en su mayoría, llueve, truene o relámpaguee, irá ese cuarto domingo de octubre a votar. Pero estoy seguro que esa no era la cifra que se tenía en mente.

El error parte, a mi juicio, de varias variables.

La primera, desconexion, entre el liderazgo y los migrantes, producto de la casi nula atención que, respecto de estos, se produjo cuando el interinato -que fue el momento estelar en el cual la oposición pudo incidir en los gobiernos amigos impactados por nuestra presencia- para proponerle a estos medidas favorables a la misma y ello a pesar de la prédica reiterada que lo que se hiciere por ellos en el país de acogida, impactaría favorablemente a lo interno de nuestro país.

Seguramente al respecto algún lector recordará que tuvimos en la OEA un funcionario venezolano encargado por el señor Almagro de esa área y en atención a ello, solo afirmaré que, no es lo mismo hablar de los migrantes con base a las cifras oficiales de cada país o con visitas esporádicas a las distintas naciones, que atender a los mismos diariamente. La diferencia es abismal.

La segunda razon y no menos importante, era creer que quien salió es, por el hecho de serlo, opositor.

Mucho creyente en el señor Chavez está fuera de la frontera y solo espera un referente de las mismas filas de este que le atraiga, para manifestarse a su favor. Así, si se produce a lo interno del chavismo una reacción que implique una reconexion afectiva entre ese liderazgo y esas bases, por efecto de la dispersión opositora, algún problema habrá para quienes les adversan.

Por último y no menos importante, las condiciones en las cuales se desenvuelve la vida en Colombia, tanto de los nacionales del país como, con más razón de los migrantes venezolanos.

Aquí todo se paga, todo. Se vive al día. El ahorro para quien cuando mucho gana salario mínimo es un imposible y un día de trabajo perdido por un motivo que a un patrono colombiano no le importa y por ende será injustificado, es impensable, independientemente de que el evento sea dominical. En Colombia la gran mayoría de los migrantes trabaja de lunes a domingo y si descansa, no necesariamente es ese último día.

Así, bajo esas circunstancias, sólo se inscribieron en Colombia para participar ese pequeño número de migrantes que, adicionalmente están en cuenta que su voto, en la importante -la presidencial- no contará pues el señor Maduro no lo facilitará, bastando para ello observar que, a la fecha, casi un año después de haberse reanudado las relaciones entre ambos países, sólo hay un consulado abierto, lo que implica que, de mantenerse la situación, sería el único en todo el país donde podría el elector venezolano -en condición migratoria regular- reinscribirse y votar.

Para que se tenga una idea del problema permitaseme una claridad: Bogotá es la ciudad colombiana con mayor número de migrantes venezolanos. Desde ella a Cúcuta, por tierra en bus, son cerca de 16 horas, solo ida y un costo del boleto de 30 dólares que desembolsará quien gana, al cambio de hoy, cerca de 285 dólares mensuales.

A ese gasto súmele la estancia en la ciudad más el tiempo de viaje de retorno y los costos de todo ello y concluirá que de mantenerse esa situación consular, la votación -inclusive en la presidencial- será no menos que exigua.

A riesgo de considerarme repetitivo reiteraré: el problema político venezolano solo será resuelto en Venezuela y por los venezolanos que allá se encuentren; eso debe tenerlo claro la dirigencia que aspira regir los destinos nacionales la cual, si en esa conclusión falla, resultará derrotada en su aspiración.

Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural

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