En diciembre de 1958 se celebraron las primeras elecciones posteriores a la caída de Perez Jimenez. El liderazgo partidario que competía tenía claro, no solo que no se debían repetir los errores que condujeron a 10 años de régimen militar, sino adicionalmente acordaron, a través del pacto de Puntofijo, unas líneas de acción, esas que dieron soporte inicial a los mejores cuarenta años que Venezuela ha vivido desde la llegada de Colon a Macuro.
Venezuela está sumida en una grave crisis producto, única y exclusivamente de la forma y manera como se han gestionado los asuntos públicos este casi cuarto de siglo. Quienes lo han hecho aspiran continuar en su ejercicio y otros a que eso no ocurra.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió el año 58, pareciere que en el liderazgo que aspira sustituir a la actual administración, no hay la misma percepción de urgencia que el que ese año tuvieron Villalba, Caldera y Betancourt.
Venezuela está institucionalmente desconfigurada. Respecto de esa situación son contadas las opiniones de los aspirantes. Sólo algunos pocos han mencionado el tema y muchos menos como afrontarla y es lo cierto que, mientras ello no ocurra, quienes ocupan los poderes públicos distintos a la presidencia, continuarán en sus posiciones hasta que venza su periodo o se produzca una decisión política ajustada a la Constitución que los reduzca.
Con contadas excepciones, la mención sobre la duración del período presidencial, la no reelección o la doble vuelta electoral, es nula absolutamente. Ocurre igual con la situación de nuestros migrantes por el mundo y las políticas para incentivar su retorno.
Respecto de la independencia del Banco Central de Venezuela el mutis por el foro es absoluto y en relación con la manera de resolver la situación económica lo que abunda es la disparidad de criterio, como si el gobierno que pudiere instalarse el 10 de enero del 2025 – de perder la actual administración- fuere el de un partido en particular y no la conjunción de esfuerzos generales y buen ejemplo de ello es la variedad de criterios que se observa respecto de que hacer con PDVSA o mejor el petróleo.
En el ínterin, mientras ese momento llega, de la lectura de las redes venezolanas, controlada prioritariamente por determinada candidatura, uno pudiere concluir que, lo que más existe entre quienes compiten, son vicios y deficiencias, conspirando esa percepción que cuando menos tengo, contra el éxito que se aspira.
Podrá argumentarse que hay tiempo para llegar a acuerdos y admitiría que si pero agregaría que cada día es uno menos para ello y que contra el mismo conspira la forma como algunos desarrollan su campaña electoral no ponderando sus fortalezas sino demeritando al compañero.
Formo parte de los venezolanos que, como muchos que afuera se encuentra y no puede retornar por la situación política interna, espera del liderazgo que aspira sustituir el actual estado de cosas interno, el mayor desprendimiento y unidad para lograr ese objetivo. De allí que espero que, con el pasar de los días las falencias que en la distancia observo puedan superarse pues de no ocurrir, seguiremos transitando este desierto.
Los venezolanos tenemos el derecho de conocer la opinión de nuestro liderazgo respecto de los distintos temas que nos conciernen. La experiencia de un cuarto de siglo de caja negra respecto de los asuntos públicos es un tiempo más que suficiente que muchos queremos superar.
Gonzalo Oliveros Navarro
@barraplural
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