22 de noviembre de 2024 12:49 PM

Alí Rojas Olaya: Racismo

Simón Rodríguez, en Luces y virtudes sociales, publicada en 1840, nos dice: “…no se alegue la sabiduría de la Europa porque, arrollando ese brillante velo que la cubre, aparecerá el horroroso cuadro de su miseria y de sus vicios, resaltando en un fondo de ignorancia”.

Quitemos ese velo. El filósofo escocés David Hume (1711–1776) dice: “me inclino por sospechar que los negros son por naturaleza inferiores a los blancos. Apenas ha habido nunca una nación civilizada de ese color de piel, y ni siquiera un individuo eminente en la acción o en la especulación. No existen entre ellos fabricantes ingeniosos, y no cultivan las artes ni las ciencias”. El filósofo prusiano Immanuel Kant (1724-1804) asegura que “los indios son una subraza no bien formada todavía. Sus pueblos no son susceptibles de forma alguna de civilización. Representan el escalón más bajo de la humanidad”. Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) asevera: “los aborígenes americanos son una raza débil en proceso de desaparición. Sus rudimentarias civilizaciones tenían que desaparecer necesariamente a la llegada de la incomparable civilización europea”.

Para Edward Burnett Tylor (1832-1917), padre de la antropología: “la historia nos enseña que más razas han adelantado en la civilización, mientras otras se han estancado al llegar a cierto límite o han retrocedido. Una explicación parcial de este fenómeno la hallamos al observar las distintas capacidades intelectual y moral de los naturales de África y de Suramérica, en comparación con las naciones del Viejo Mundo y de Estados Unidos, que las vencieron y dominaron”. En 1861, el rey Leopoldo de Bélgica dice: “el mar baña nuestras costas, el mundo yace a nuestros pies. El vapor y la electricidad han acabado con las distancias. Todas las tierras sin propietario en la superficie del globo, principalmente África, deben convertirse en el campo de nuestras operaciones y de nuestro éxito”. El francés Augusto Comte (1798-1857), padre de la sociología, afirma que los indios son “voraces, escasamente eróticos, imprevisores, invenciblemente reacios a todo trabajo regular, están privados de religión y su vida es profundamente triste”.

Ahora es más fácil entender a Simón Rodríguez cuando en la obra señalada nos dice: “…la sabiduría de la Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son dos enemigos de la libertad de pensar en América”.

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