El sábado 18 de marzo le fue conferida al galerista venezolano Miguel Ángel Santana la Medalla de Mérito de los Santos Ángeles Custodios. El acto, que se llevó a cabo en los salones del Real Aéreo Club de España, procuraba reconocer con esta distinción “sus méritos, circunstancias y trayectoria profesional”.
Pero ¿quién es este personaje que se hace acreedor de un reconocimiento por su labor, en el seno de su país de adopción, España?
En lo personal puedo decir que doy fe de la calidad humana y la buena disposición de este artista, en quien he encontrado un aliado incondicional para promover los talentos venezolanos y efectuar una labor benéfica.
Miguel llegó a España en 1984. Había recibido una beca para estudiar Bellas Artes en Florencia, pero nunca llegó a su destino. Recaló, en cambio, en los talleres de artes plásticas de Cantabria, en donde prosiguió su formación como artista, tanto en lo técnico como en lo académico.
Conoció en aquel entonces los sinsabores de la inmigración, compatibilizando su aprendizaje con el trabajo en un bar. Poco a poco, fue insertándose en el medio de la publicidad, más afín a su carrera. Comenzó a ganarse la vida haciendo retratos y empezó a participar en concursos y exposiciones colectivas, hasta que inauguró su primera muestra individual el Museo de Bellas Artes de Santander . Allí se conserva una obra suya, permanentemente expuesta.
Su éxito contribuyó a que recibiera en su propio taller numerosos alumnos de dibujo y pintura, hasta que en 1991 abrió las puertas su primera galería, que incluía además una tienda de materiales para bellas artes.
En paralelo, su carrera como artista seguía desarrollándose y continuaba cosechando premios de pintura. Comenzó, entonces, a trabajar con éxito la escultura en piedra, y al poco tiempo le llovían los encargos.
En 2017 retomó su tarea de Galerista, abriendo un espacio en el Paseo de La Castellana, en el que apoya a los nuevos talentos y en el que se realizan presentaciones de libros, conversatorios, cursos y todo tipo de eventos culturales.
Desde entonces, las puertas de Santana Art Gallery siempre han estado abiertas para los venezolanos, y en su seno se han realizado infinidad de eventos benéficos, para los que Miguel ha ofrecido no solamente el espacio, sino también su trabajo, arduo y comprometido.
Cuando le pregunto cuáles son sus motivaciones, es contundente: “Poder dar o devolver lo que hicieron por mí: a mí me ayudaron. Y gracias a esa ayuda pude desarrollar mi actividad artística. En esta vida hay que ser generoso y hay que seguir esos ejemplos. También me entusiasma la idea de descubrir nuevos talentos. Para mí es un estímulo apoyar a esos nuevos artistas y no pensar solamente en mi propio bienestar. El ego del artista suele ser grande y, por mi parte, lo dejé guardado en el armario, porque no me interesa para nada. Lo que quiero es estar apoyando a la gente. Eso es lo que a mí me motiva”
En cuanto a su relación con Venezuela, Miguel siente que no se identifica con lo que está sucediendo: “Ya sabes lo que pienso. Estoy triste, muy triste, profundamente triste”. Se declara admirador de Bolívar y trabaja en la actualidad para establecer una Fundación que incluya su proyecto El sueño de Bolívar, una colección de imágenes inspiradas en la figura del héroe americano, realizadas por diferentes autores.
En lo personal celebro este reconocimiento ofrecido a Miguel, compañero, cómplice, y apoyo. Su infatigable labor debe servir de inspiración y su actitud de modelo: focalizarse, ante todo, en trabajar, relegando la vanidad y el hoy llamado postureo.
linda.dambrosiom@gmail.com
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